Estoy escribiendo de San Isidro lo justo, más bien poco o demasiado poco. Leo también sin demasiadas ansias. Tal vez porque los discursos me los sé, tal vez porque no merezca la pena o tal vez porque lo que vaya a decir no suene original. Y no es que no haya motivos, sin ir más lejos la interesante novillada de ayer, la sorpresa que nos dio un mexicano llamado Sergio Flores y el tercio de varas que tuvo a Tito Sandoval como protagonista.
Pero bien, resulta que días atrás y entrelíneas me ha parecido leer por ahí a gente que echaba o decía que echaban pestes sobre las corridas de José Escolar o Partido de Resina (antes pablorromeros, el otro no día no sé muy bien qué eran). Incluso, ¿pidiendo su desaparición? Como pataleta se entiende; más allá, estas palabras de ser ciertas deberían ser catalogadas de lesa tauromaquia.
Ahora, digo yo: ¿alguien va pedir la extinción de lo de El Torreón? Con la baja de esta vacada una cosa es cierta: la cabaña brava no perdería ningún preciado tesoro. Menuda bazofia descastada. Y ya puestos, ¿se le impedirá el paso a Curro Vázquez a cualquier ganadería o en el mejor de los casos se le quitará el carnet de apoderado? La corrida del clavel acabó en aburrimiento total. Por no haber no hubo ni medio toro para Manzanares. A Mora se le sacó a saludar por lo de octubre y se tapó con algunas pinceladas. Cayetano no dijo nada con el insulso primero y con el sexto se descaró para ver si así se justificaba. Muy bien con los aceros los tres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario