Foto :: Arjona plazadetorosdelamaestranza.com |
Cualquier otra ganadería con prestigio entre los aficionados echa semejante corrida como la de ayer de Jandilla en Sevilla, y los de la pluma y el plumín la ponen a parir. Y conforme lo hacen empiezan a engradencer su espectáculo y a denostar las proclamas de los 'integristas'. Pero, claro, de Jandilla no se espera más que eso. Pozo sin fondo de descastamiento. Pura basura a la que los visten seda y oro tienen que cuidar y mimar. Vaya con las contradicciones que esconde la supuesta grandeza del toreo.
Están asumidas, más que interiorizadas. Nadie demandará el ostracismo para el hierro de la estrella de seis puntas. Qué va. Su ceguera a favor del taurinismo que parte y reparte quedará deslumbrada si a un tal Manzanares en estado de gracia le da una birria para hacerle pomposa faena. Esa es la suerte. Que Manzanares en su vuelta al lugar de los hechos donde se encumbró y tocó el cielo hace una semana rebosa torería de forma tan sutil que cuando torea parece que acaricia.
Castella en su única tarde en la feria no tuvo por donde cogerse. Intentó el atragantón, pero ni por esas. Y Talavante se estrelló sin posibilidad alguna. La culpa, de los jandillas con casta de contenedor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario