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Ha sido el enésimo tabaco para Juan Mora, un torero frágil cristal, duro por su torería y sueños.
Mientras, El Juli aprovechaba el único resquicio que le dejó el quinto porque su primero, ni eso: se le desfondó y acabó siendo apuntillado.
El quinto, en toda su vulgaridad, al menos se movió. Justo lo suficiente para que Julián López le cortase dos orejas tras muletazos livianos más para el toro que para el torero y un apretón a última hora en los mismos medios con un cambió de mano sin enmendarse para sacarsela por la zurda y poner Pamplona una vez más a sus pies. Sobre todo tras cobrar estocada trasera y desprendida. Y otras dos orejas demasiado fáciles.
Lo suyo habría sido ver a El Juli con alguno de los varios buenos que echó Dolores Aguirre, alguno que otro Cebada o Torrestrella, o sólo un par del más que interesante e irreporchablemente presentado conjunto de toros con el hierro de Fuente Ymbro. A lo mejor así el triunfo de El Juli habría contado (en importancia) el doble o más.
Pero probablemente las figuras seguirán escogiendo los Núñez del Cuvillo, ganadería de garatías, corriendo un tupido velo sobre los sucedido en Pamplona. Y más ahora que lo de El Grullo está a disposición y no lo tiene copado uno que es natural de Galapagar y que tampoco debe andar del todo tranquilo: primero porque lo del El Pilar despertó preocupaciones y segundo por Juan Mora no estará listo para abrir cartel. ¿Qué hacemos ahí? ¿Llamamos a El Fundi? ¿O a Ponce? ¿Lo dejamos en mano a mano? ¿Metemos a alguien con méritos como David Mora? ¿O hacemos lo que sería lo suyo y esperamos a ver cómo transcurre la Feria de Julio? Pero bueno, todo esto ya es otro cantar.
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