07 noviembre 2011

comienza la gran juerga de la monumental de méxico

Con un entradón echó a rodar la temporada 'grande' --así la llaman-- de La Monumental de México. Ponce y los futuribles de la tauromaquia mexicana: Arturo Saldívar y Diego Silveti, que confirmaba alternativa. Hubo orejas, ¡un rabo! y dos sobreros de regalos.

Un Saldívar eléctrico había cortado dos orejas. Un Ponce más relajado, una. Y ninguna Silveti. Corrieron los sobreros de regalo: uno para Ponce; Saldívar ya con el triunfo se pidió otro y Silveti también pidió, pero ya no quedaba más toro para regalar. El segundo de la tarde había sido devuelto por impresentable y ya se había metido mano en corrales.

En el séptimo, el intento de Ponce por cerrar el triunfo quedó en ovación. Le había brindado a Antonio Tejero ese toro porque su peón de confianza se despedía del La Monumental. El apoderamiento de David Mora exige dedicación plena de cara a la próxima temporada. Antonio Tejero dio la vuelta al ruedo acompañado por su maestro Enrique Ponce.



Y al octavo, La Monumental convertida en auténtico manicomio, Arturo Saldívar le cortó el rabo a esto:


Ya todo daba igual. La catarsis en Insurgentes fue de aquella manera. Saldívar, que se había expresado bien sobre el escaso y noblón pitón derecho, dio con la tecla. Se quedó quieto y empezó a facturar circulares por la espalda, uno tras otro-. Dos y rabo. Ya todo daba igual.

Menos a Silveti, que se fue de vacío, mientras que Saldívar se iba con cuatro y un rabo. Toda una exageración que nada tiene que ver con la realidad. Pero claro, tras cuatro horas de corrida la vista se debe nublar. Los toros, por cierto, de San Isidro.

1 comentario:

Xavier González Fisher dijo...

Así es esto Andrés, "la liebre no es del que la corre, sino del que la alcanza..." Un apenado saludo (aunque la pena sea ajena) desde Aguascalientes, México...