18 enero 2012
feria de fallas y derechos de imagen, un aburrido y oscuro sainete
La Feria de Fallas anda estancada, enredada en misterios, dimes, diretes e intereses enfrentados. Los derechos de televisión, una tajada de dinero que al final --estoy seguro-- será irrisoria y nuevos personajes que no se han demostrado, ni mucho menos, más competentes que los que ya pululan por el sector, y eso no era complicado, mantienen a día de hoy los carteles de Fallas en blanco. Las cosas sabidas no van más allá de algunas ganaderías, que podrían variar según la solución que se adopte en lo que queda de semana porque la cosa más no se puede alargar.
Mientras no se demuestre lo contrario, la batalla --y ya plantearlo como batalla es el primer error-- es de intereses propios, personales y económicos, cuando lo general se nos cae a pedazos cada día que pasa.
El taurino no es un sector que se haya caracterizado habitualmente por tener los pies en el suelo, y ahora, ya desde hace un tiempo, hace más falta que nunca pisar fuerte y no perder comba de lo que sucede alrededor, fuera, en la sociedad es donde está la verdadera batalla. Enfrentarse a la realidad sería mejor que crearse problemas.
Entender a las partes, empezando por los egos característicos, se hace necesario. Toda la razón tienen los toreros en pelear por la gestión de sus derechos de imagen y el dinero real que puedan generar. También a los empresarios que al organizar una feria es como si montasen un puzle de ganancias y pérdidas, y curioso resulta que cuando pierden es cuando más llenan. Eso también habría que explicarlo a los de luces que ganan a costa de que otros también de luces ganen bastante menos. Por no hablar de la ínfima parte del pastel que se lleva el ganadero y eso que es quien nuetre al espectáculo de su principal protagonista: El toro.
Llegados aquí queda claro que no sólo es el dinero de los derechos de imagen el que está mal repartido. Pero la atomización de los poderes impide alcanzar por todos un punto de sentido común: ni hay figuras con auténtico poder ni empresarios capaces: para gestionar Las Ventas se han tenido que unir cuatro; ni mucho menos ganaderos, la mayoría orgullosos de haberse convertido en serviles proveedores de referencia o soñándolo.
Y la verdad es que aburre escribir sobre esto, aburre la situación que se ha creado. Y cansa esperar una solución, porque sea cual sea no interesa más que a los de siempre, los cuatro gatos que poblamos este mundillo. Al resto de la sociedad el oscuro sainete sobre los derechos de imagen le importa poco o nada. Esa es la realidad y donde está --ya lo hemos dicho-- la verdadera batalla.
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