11 julio 2012

iván fandiño y david mora, puerta grande en pamplona

Llegar a Pamplona, con su toro y abrir la puerta grande. Si lo miramos así, mérito grande el de Iván Fandiño y David Mora, que apostaron como casi nadie al inicio de la temporada y aquí están: en medio de la babilonia sanferminera, donde a muchos ya les llega el agua al cuello y por eso ni se acercan, saliendo por la puerta grande. Visto así el triunfo es mayor todavía.

Midiendo la tarde tal vez pueda parecer un tanto exagerado el triunfo, pero eso es más culpa de una Pamplona que entre tanto cachondeo la medida la tiene mareada, y lo mismo que no se entera de la faena de la feria, la de Castaño, suelta las orejicas a quien hace lo justo de forma decente y mata rápido.

Los pilares de Moises Fraile fueron nobles. Seis de seis prácticamente. El primero se fastidió de una mano y Tejela tuvo que abreviar, pero del resto todos tuvieron posibilidades.

Iván Fandiño aprovechó la nobleza a menos del segundo y lo asó de espadazo. Orejica para Fandiño de la Pamplona, que pese al toro-toro parece una de talanqueras. Mismo método siguió Mora con el tercero. Con poca entrega y mucha nobleza, el del Pilar prácticamente se toreó solo porque David Mora apenas lo enganchó por delante. Pero otro espadazo y orejica de las que vale poco y huele a la chufla y cachondeo que se gastan en la solanera la gente de las peñas. Pero oiga, que esto es Pamplona.

La corrida de El Pilar en la segunda mitad empezó a recordarnos a la tarde de julio de 2011 en la que José Tomás reapareció en València. Qué corrida aquella. A la de Pamplona le faltó la viveza esa, pero las formas las matuvo. El cuarto, por ejemplo, más escurrido. Quería, pero se tambaleaba.

Al quinto se lo llamó Fandiño desde los medios para cambiarlo de qué forma y ponerse en redondo en una serie de gran rotundidad. El vasco sí cuajó faena de principio a fin, remató con modeñinas y el pinchazo anterior a la estocada le privó del doble trofeo. Puerta grande.

David Mora venía con el pique y se encontro con un pilar de dulce. El inicio fue algo embarullado y hasta que no se medio cabreó no se encajó con aquella enclasada embestida para sacar una serie por el derecho buena y muy por abajo. Se permitió el lujo de torear para el sol y tras pinchazo también se llevó la oreja que le abría la puerta grande.




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