07 marzo 2013

magdalena 2013/ así se gana el futuro


Plaza de toros de Castellón, 6 de marzo de 2013. Feria de la Magdalena. Novillos de El Parralejo de correcta presentación y variado comportamiento. El mejor, el segundo. Manso el tercero, encastado el cuarto, muy a menos el sexto. Román (oreja y ovación), Lama de Góngora (oreja y palmas) y Vicente Soler (palmas tras dos avisos y una oreja). Cerca de media entrada (unos 5.000 espectadores). [VÍDEO]

Parecía la novillada un canto al futuro. Desde que se anunció el mismo cartel y más en los últimos días, desde que la pomada de novilleros que tenemos entre manos va cogiendo ambiente pese a llevar dos minutos en esto o la mayoría ni eso. Un año después de su pelotazo en Fallas, Román abría un cartel en el que debutaba con caballos Vicente Soler y en medio un tal Lama de Góngora, que tuvo su estreno hace tres días en Olivenza. Y en la plaza casi la mitad del aforo cubierto, oiga. Aquí pasa algo. O mejor dicho: va a pasar, puede pasar, esperemos que pase. Queremos.

Un canto al futuro, lo que no quiere decir que el futuro venga cantado. Sino que hay que currárselo. Y para quien no se hubiera enterado aún de eso, la novillada de El Parralejo, que no regaló embestidas como para que los chavales organizasen la mundial. Que si llega a venir todo rodado, la organizan, la montan y la lían parda. Capaces son. Pero la novillada, sin meterse con nadie, exigió otros argumentos.

El inicio fue prometedor. Román volvió a brillar con la fuerza argumental de su zurda y ese descaro y frescura natural, y la quietud. El novillo del Parralejo le vino pequeño, por simplón que era. Román cosió faena con picos de altura con la mano por abajo --a izquierdas y derechas-- y la muleta muy entregada, enganchando los viajes y trayéndoselos y rematándolos con mucho ajuste.  Clarividente, incluso fácil. Ni una duda, dueño de la embestida del novillo en los mismos medios y con el trazo bien largo. La bernardinas finales, rematadas con una arrucina brillante nos arrancaron el olé. La estocada, algo desprendida. Y una oreja para el esportón como quien cose. Por eso tal vez el examen del cuarto novillo tuvo mayor importancia.

Pero antes Lama de Góngora tendría que reivindicar lo mucho que se ha dicho sobre él desde que siendo becerrista encendiera la mismísima Maestranza sevillana. Tras su debut en Olivenza, la cita en Castellón lo ponía ya en el campo de batalla. Y con ese Parralejo confirmó muchas cosas de las que hemos ido oyendo del tal Lama de Góngora, que por cierto menudo nombre: tenía que ser artista sí o sí.

Expresión y gusto. Excelentes sus formas, contenido con mucho fondo y pellizco del bueno. Vamos, que se nota su sevillanía. De pierna adelante y empaque al embroque, enroscado el trazo. El primero de su lote fue el mejor de la tarde de lejos. Cómodo por delante, abrochadito, pero serio en la expresión y bien rematado. Bravo en el caballo. Vamos, que apretó lo suyo en la única vara que recibió. Y entregado al tomarla e irse tras los vuelos.

Un trincherazo en el inicio fue un cartel. Cuando respetó las distancias, mucho mejor. Sobre todo en redondo. Al natural, ya muy encima, tropezado. Un molinete para cerrar una serie. Y para rematar una serie a pies juntos made in Sevilla. Gustándose en todo momento. La espada  manejada con seguridad y otra oreja. Si no llega a ser porque en el quinto se le vio más la ternura, la sensación habría sido de matador hecho y derecho.

Vicente Soler notó la presión y, además, el mansurrón de El Parralejo desbarató los planes. Exigió una lidia que no encontró. El guión y la actitud huidiza del novillo no se adaptaron más que en las tablas donde la solución fue el arrimón. Bien a espadas, mal con el descabello. Los dos avisos pesarían como una losa y la espera hasta el sexto, interminable.

Pero para entonces la novillada ya había perdido ese aire prometedor. Soler al sexto le cortó la oreja. Vistoso en banderillas, por el pulso, temple y el sitio que tiene bien ganado en terrenos de cercanías, y  su capacidad de sorprender ahí mismo, se sacó una faena ante un novillo de muy poco fondo. Y esta vez con la espada sí estuvo contundente con una estocada caída.

El quinto fue novillo de lidia desordenada, muy a la suya, Lama le puso los vuelos y le bajó la mano con sentido del mando. Pero le faltó acople, colocación y, sobre todo, un orden al conjunto. En algo se tenía que notar que era su segunda novillada picada.

En cambio, a Román se le vio a gran nivel con el cuarto. Examen serio. Novillo con cosas de toro en muchas. Fundamentales los doblones de inicio y la seguridad al pisar terrenos la mar de comprometidos en lo que vino después. La embestida se venía incierta, lanzado cornaditas al aire, sin venir entregada a los vuelos. Pero ese Román sin ninguna duda, echó la muleta muy por delante sin ninguna concesión ni paso atrás. Se lo volvió a pasar muy cerca al natural y le siguió con una serie en redondo soberbia en firmeza y ligazón y aguante, con una escalofriante radiografía al muslo y la barriga incluida. Embestida a la que tocar suave y varias veces a lo largo del viaje. Román dio un paso enorme con este cuarto toro, más allá de que el triunfo no se cerrase de un espadazo o más  acá del que el público no se acabara de enterar de verdad de aquello. Por aquello entendemos cuajar un toro, cuajar una faena y hacer que el toreo cobre su sentido.

PS: Por cierto, mucho mejor habría sido la tarde con algún que otro tercio de quites, pero eso del monopuyazo, se lo carga. Y otra cosa: me encantó el tercio de banderillas que cuajó Raúl Martí a ese cuarto.





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