"No pienso que quede mucha vida al mundo del toro. Será la última generación de mi familia que viva del toro. Mi hijo y Toño Matilla están condenados a entederse. Ellos con Luisma Lozano van a ser los que funcionen. El futuro es muy cortito. Los taurinos tenemos un 90% de culpa".
Así de crudo se explayó el viejo José Antonio Martínez Érice. Así de agónica pone la realidad quien ya está de vuelta de todo.
La sensación es de que se asumie que estamos llegando a un punto de fin de trayecto como algo inevitable --pero que nunca acaba de llegar-- y que nadie quiera encontrar, acordar, un nuevo y necesario punto de partida para el que ya hay propuestas. Y que todo al final sea la misma merienda de negros con las mismas familias de toda la vida y los mismo lloros.
AÑADIDO:
Fundamental y brillante la reflexión de Javier Hernández en el blog de Cuadernos de Tauromaquia:
“A esto le queda poquito tiempo”, dijo José Antonio. Y tras decir eso la vida no puede continuar como si nada. Porque, si el Patrimonio Cultural de la Tauromaquia hablara tendría una respuesta clara: “si me queréis, irse”. A lo Lola Flores. Si “a esto le queda poquito tiempo” ustedes no pueden seguir donde están, porque ya han arrojado la toalla y esa frase tan apocalíptica es la respuesta a todo que hacen. Como al toreo le queda poquito tiempo, vamos a rebañar lo que resta, a saquear los baúles, a aprovechar los últimos días y a no dejar nada sin recoger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario