Rafael de Foios, más allá del paisanje, se abrió paso como matador de toros con argumentos sobrados. Y lo más importante, sintió la acción/reacción del toreo, de su toreo de las yemas y las telas a la agitación del tendido. Muy despacio, ligado y en un palmo de terreno se dejó venir en larga distancia la mejor embestida de la matinal, la del sexto premiado con la vuelta al ruedo

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