15 marzo 2016
#fallas2016/ el toreo contra un lunes de perros
Perro lunes. A saber quién los inventó. De toros y de lunes en pleno marzo en una Valencia fría y gris. Imposible. Ni las ocurrencias Joan Ribó a la portuguesa lo animan. Charlatanes son aquellos que hablan desde la ignorancia. Menos mal que la luz del sol de la víspera y los taquígrafos no fallaron y dieron para hoy esas portadas de toda la prensa cantando el clamor por la Tauromaquia en una Valencia más de todos que nunca. Otra vez, gracias. Pero ya el lunes estaba condenado de forma estadística. El toreo y su celebración buscaron rasgar las costuras sin acabar de lograrlo: València ni olía a Fallas; era como Mordor. Pero Álvaro Lorenzo y, sobre todo, Gines Marín por poco consiguen llevarle la contraria a este lunes de perros. De lograrlo Ribó habría tenido motivos para abrirles el balcón del ayuntamiento.
De un domingo eufórico a un lunes vulgar y desapacible va toda la gama de estados de ánimo. E ir a los toros se convierte en acto de fe más que nunca. Una locura. Y triunfar un lunes así debe ser bastante más que un milagro. Gines Marín estuvo a punto de alcanzarlo de forma clamorosa. Con destellos de una torería inmensa y una disposición para ser juez y parte de la futura evolución del toreo.
'Sueñomío' se llamó el primero de su lote. La primera parte de El Parrelejo fue la más bonita de una escalera al alza, pero de poderes justos y nobleza por arrobas. Un pelín más de fondo y ni un lunes de perros así servía de excusa a nada ni nadie.
Tuvo son 'Sueñomío' y Ginés Marín se agarró pronto, muy encajado de riñones, para mecer la capa por verónica. Aire vertical, inclinando el cuerpo adelante como los clásicos del toreo de capote. Precioso el remate con una larga invertida a una mano, vertical, como un palo, que parecía la estatua de la libertad o un falla de especial. Qué de cosas se le ven a un torero cuando está así, con ese encaje.
El de El Parralejo tuvo alegría en varas. Buen galope y poco compromiso en el peto. Ginés Marín brilló en la boca de riego a pies juntos por gaoneras. Ceñidísimas, toreras y templadamente arrebatadas. Era un lunes de marzo frío y a la contra. De perros. Pero el de Ginés Marín quizá sea el quite por gaoneras de la temporada.
El comienzo de faena también fue incendiario. Impávido, por alto y en una baldosa. Uno de las flores sin enmendar ligado a otro con el envés, y de ahí todo seguido a la arrucina, que definitivamente se ha convertido en el pase de moda y en el símbolo de este nuevo tiempo taurómaco.
Arrollador. Está Ginés Marín mirando más arriba. Tiene prisa. Y eso lo ataca por momentos. Un punto de velocidad le sobra por hambre, por ansias. El novillo sigue de tranco algre. Claridad en las formas. Lo ve claro y se dispone a mucho. Falta rellenar el fondo con todo lo que permite imaginar. Darle al toreo ese tiempo que siempre pidió. En los medios se viene el toro. Muerde Marín. Dispara por demás. Con la zurda la primera serie se encaja y la otra se emborrona. Pero remonta en los medios. Reunida y eléctrica serie. De rizar el rizo. Hacia dentro y las pedresinas de infarto. La espada... Aviso. Esto no debe escaparse.
Y ya no te digo lo que vino después con el que se llamó 'Lavandero', un castaño que ya saltaba de los 500 kilos. De repente se nos antonjó que la faena era ya la actualización del concepto sevillano del toreo al siglo XXI. Del arranque con el cartucho por la espalda con apreturas al toreo al natural como una solución posible. Qué serie más maciza y necesaria.
Luego el cite de frente, el compás abierto y el de pecho a pies junto a la hombrera. El de las flores, los aires majestuosos. Ay, el día que el toreo no se lo amontone a Marín y aguante ese tiempo que pronto demadará. Las prisas, por exceso. Más despacio, plis. Pinchazo, estocada y aviso. Y la rotundidad de la puerta grande, al garete.
Álvaro Lorenzo si quedó a medias es porque fuy muy blando su primero. Se permitió, al menos, el reencuentro con el capote de Lorenzo. A la verónica acarició la presencia de un jabonero que al final quedó en demasiado poco novillo para tanto torero.
Que Lorenzo con la capa tiene fondo de armario ya se sabía. Así lo demostró con un quite al tercero por rogerinas. Tapatías pero sin pasar, de frente, abriendo los vuelos con temple, a compás abierto y por abajo. Precioso.
Un único cartucho para el toledano: el cuarto, que se llama 'Habilitado'. Muy en Fuentre Ymbro, con hechura de casi toro. Manso y corretón. Por el derecho, con anticipación con la franela. Lo sujeta en los medios Lorenzo. Por la mano zurda un tranco de más. Le roba una serie y en la mansedumbre le pesa menos ese pitón. Y ya en su terreno lo embadurna en redondo. Uno en círculo bien ajustado. El compás cerrado, muy mandón y el toro convencido y desengañado... Más gasolina por las luquecinas finales. Le administra las que le tocaban y alguna de más. Menudo tute. Estocada desprendida, aviso. Y oreja.
La otra oreja la cortó Cristián Climent del sexto, el novillo de más báscula del festejo. Actitud y disposición. Su invierno sorista va valiendo. El guapo 'Taconero' que hizo tercero se apagó demasiado pronto. Había que lanzar la moneda en el último turno y se fue a porta gayola a recibir a 'Solterón'. Dio la larga y salió perseguido. Fragor a la verónica como solución. Toda la voluntad con las banderillas y más traca para prender el arranque de muleta. De rodillas, una colada para cambiar la color. Blanco y plata inmaculado viste Climent. En redondo, rápido, como respuesta a la colada. Muy en los adentros y muy ligado. La mirada al tendido diciendo aquí estoy yo. Dos series de conexión arriba. Los de El Puig que se identifican. Dos, tres y el de pecho. No hay exquisitez pero sí buscar puntuar. Esa es la pelea. Estocada caída y esa oreja de València.
Si no llega a hacer este día de perros, la que se lía. Quién sabe. Perro lunes.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 14 de marzo de 2016. Cuarta de la Feria de Fallas. Novillos de El Parralejo de correcta presentación, nobles en general. Blandos primero y tercero, les falto una pizca de fondo. Álvaro Lorenzo (vuelta al ruedo y una oreja); Ginés Marín (vuelta al ruedo tras aviso en ambos) y Cristián Climent (palmas tras aviso y una oreja). Algo menos de un cuarto (unas 2.500 personas)
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