El maestro Enrique Ponce, claro, abrió fuego en la guerra de López Simón y Roca Rey, que destocados se presentaban en Alicante. Y en definitiva fueron dos tratados poncistas y los jóvenes a bocado limpio. Y en medio, una corrida de a cinco de Daniel Ruiz muy baja, escasa, de trapío, desigual de todo, pero de agitada y variada casta sin examen en la puya, más uno de La Palmosilla --el sexto-- que marcó a peor la diferencia por dentro, pero que de presencia traía cuajo de toro. Se notaba, en modo global, que esta Fira de Fogueres viene cargada y que era víspera de la aparición tomasista. Guerras taurinas en Alacant y el público, que llenaba los tendidos, con la efusividad a flor de piel.
Un tal 'Fígaro' abrió la tarde con seriedad aparente. Fácil y variado Ponce. De capa se abre suave. La media vertical, recogida de forma sutil y sorprendente. Qué importante el factor sorpresa. Y más tras 26 años en la cumbre. Otra sorpresa es el recorte para dejarlo en el peto. De ahí el Daniel Ruiz sale afligido. Acusa la pelea en el único puyazo. Pero remonta en el segundo tercio. Un par de Mariano de la Viña, el primero, asomado al balcón y saliendo apoyado en los palos.
El toro recobra el aliento. Vuelve a galopar. En el inicio, la suavidad de Ponce. Pero saca genio, 'Fígaro' no se entona. Exige pulso. No descuelga y empuja en dos o tres puñetazos a las telas. Por los bajos y los vuelos, al natural, pulsea Ponce y pule al mismo tiempo, hasta que ya se mete en los terrenos del toro y sobre la diestra se ajusta la embestida al eje vertical. Embraguetado, ahí, en terrenos de adentro bajo la divisoria del sol y la sombra se impone a una embestida geniuda y de poca clase. Ponce frente a los dos gallos novatos y también quizá, toreando pensando en mañana.
De máquina de pinball es el tercio de varas del segundo, 'Limonero', anovillado, que baja en todo, pero embiste con raza y mucho pies. De recibo no lo recoge en ningún capotazo López Simón. En el quite Roca Rey, en cambio, lo reduce en una chicuelina y con lo que era una tafallera lo convierte en circular. La guerra estalla entre barreras con los apoderados. No era una tarde más.
Inicio a pie firme de López Simón. Un cambio de mano con el envés. La faena empieza a estallar. Emocionante e intensa embestida. Con mucho pies. Por el derecho el toreo es eléctrico. Ligado todo en un palmo. Sin respiro. Los remates enroscadísimos. La embestida que no baja un ápice por esa mano. Por la zurda, bien volada, le amplía el viaje. La vuelta a la diestra rebaja el tono. Pero otro cambio mano ajustado con el envés y la faena vuelve a levantarse. La estocada en los medios en la suerte de recibir provoca una espectacular muerte con el toro embistiendo hasta el fin. Ovación en la vuelta al ruedo póstuma para el toro 'Limonero' de Daniel Ruiz y dos orejas para López Simón.
Roca Rey recibe a 'Nigeriano' con una larga, apreturas y chicuelinas. Esto es la guerra. El toro vuelve bajar el trapío también. Quite de frente por detrás tras un refilonazo. Al toro le falta fuelle y entrega. Dice bien poco ante todo el valor y quietud del peruano. El arrimón surge con total suficiencia. Dejándose llegar los pitones a las mismas lentejuelas. Las luquecinas las vende perfectas en el epílogo y el espadazo arriba resulta letal. La oreja se la arranca y todavía le piden la segunda. La tarde está lanzada.
'Puñalero' hace cuarto y inevitable no activar el recuerdo de un tocayo suyo del mismo hierro que inmortalizó El Juli una tarde de julio en València de hace 15 años. Bajo trapío y de cara abierta. Enlotada muy rara la corrida. Por abajo los inicios de Ponce con capa y muleta. La tarde del torero de Chiva estuvo muy empecinada en eso: en torear de forma clara. Con éste tuvo que jugar los terrenos, las alturas y las distancias. Pura ciencia en búsqueda las virtudes de la casta que escondía un animal bruto, desclasado y rajado. Pero muy con los vuelos y tapando mucho al animal, al natural Ponce le robó embestidas que en su muleta resultaron sublimes. De la querencia a la contraquerencia transcurre el toreo y una faena que había brindado a Juan Carlos Ferrero. Aquello de engañar sin metir. Para un tratado. Pinchazo y estocada desprendida. Oreja.
El quinto es otro 'Fígaro', de pelo castaño y que recuerda al primero. Más expresivo o descarado o abierto de pitones. Embestida temperamental. Mete la cara de inicio pero se violenta en el remate. Al natural López Simón lo espera y lo reduce mejor. Dos tandas son claves, una por cada mano. Pero el genio sigue a flor de piel y la embestida sin reducir del todo. La sensación de la faena es que queda tablas. Pinchazo recibiendo y estocada arriba. Oreja para un López Simón que cae de pie en Alicante.
El sexto es de la Palmosilla y marca la diferencia. Dos regates de inicio, queriéndose frenar, la casta ya es otra. Roca Rey, pese a todo, ordena que la puya no sangre ni para un análisis. Vergonzoso el simulacro. Todo crudo el toro de pelo melocotón. Con su guasa, su falta de raza y su peligro. No se va, hay que empujarle. Repone y está distraído. Roca Rey le traga. Brutal el inicio con los cambiados por la espalda donde el toro pronto canta su querencia. Aguanta lo indecible Andrés. Lo espera, dos cambiados, una arrucina, los espacios reducidos a la mínima expresión. Y el público que empieza a sobrecogerse. A la contraquerencia el toma y daca. El afán por lograr el toreo y someter y obligar la embestida. El efecto Roca Rey. Todo su valor desnudo en Alicante. En los medios con el toro más incierto, cabrón y a la defensiva todavía, Roca Rey lo reduce con el mismo cuerpo. Ni ojedismo ni el que lo inventó. Más las manoletinas y el espadazo enorme. La gente acojonada exigió las dos orejas para premiar una faena imposible de valor insultante.
Triunfal la salida por la puerta grande del mestro y dos guerrilleros que no hicieron de esta tarde de toros y toreros en Alicante una tarde más.
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