Foto :: Jesús Camacho
A veces a lo que sale del corazón es mejor no ponerle freno. Aunque seguramente se hubiera podido hacer un poquito más. Tal vez con una semana más de venta de entradas en vez de solo seis días y la media plaza se habría puesto en tres cuartos. Tal vez. Suposiciones que ya no sirven. El festival surgió del corazón de un niño y fue creciendo todo hasta hacerse realidad. Al principio empujaron unos pocos, al final todos. Y del corazón de Adrián salió el festival, brotó el toreo y València vibró como hacía tiempo, de pura pasión y solidaridad. Pronto nos dimos cuenta de que era necesario.

Ponce estuvo magistral. Empujando como el que más en la producción del festival y luego en el ruedo. Por sitio y temple. La capacidad de tapar las dificultades. El mando invisible. Y de repente esa voltereta: un toro echándole mano a Ponce. Noticia. Sí, y en un festival, con un novillo gordo de Daniel Ruiz. Qué cosas. La voltereta calentó aún más a Ponce, que cerró faena con cartuchos invertidos por la espalda. Cosas de genios. Más el empeño de matar recibiendo. Fue a la segunda. Las orejas, a pares. También para un Rafaelillo que pechó con un Fuente Ymbro rajado y manso que protestó en exceso. El murciano la puso siempre donde no queda otra que embestir: abajo, al hocico. Meritorio eso y el arrimón final. Lo hacía de corazón por Adrián. Vicente Barrera resolvió con oficio, fiel a su concepto, frente a un buen novillo de Las Ramblas. El novillo de El Freixo engañó. Mucho motor cuando lo dejaban galopar a su aire, cuando lo forzaron a embestir y repetir sobre una misma mano se paró y se lo pensó en exceso, sin romper nunca del todo. Román, en una faena de escaso eco y acontraestilo del festival triunfalista, tiró mucho y bien sobre la zurda y tragó con todas las dudas y falta de entrega del novillo. La espada, como a casi todos, no le funcionó del todo bien y solo fue una oreja. Lo mismo el novillero Fernando Beltrán, que se topó con otro Fuente Ymbro que fue de incómodo como una china en el zapato por su mala clase reservona y escarbadora. El de Faura siempre fue adelante.

Del corazón de Adrián brotó el festival solidario con la Fundación de Oncohematología Infantil y el toreo para la historia. Todos salimos de la plaza un poquito más fuertes para luchar por la vida y también un poquito más amantes de la Tauromaquia. Gracias, Adrián.

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