08 noviembre 2016

sobre los 'pseudoargumentos' antitaurinos del europarlamentario de compromís, jordi sebastià

Jordi Sebastià ha publicado un artículo en El DiarioCV avisando de la nueva y ya tradicional ofensiva antitaurina que llegará desde Bruselas con la excusa de que toca ahora aprobar los presupuestos europeos. Creemos (in)necesario contestar. Pero lo vamos a hacer. El fundamento de Sebastià es tachar de "pseudoargumentos" lo que pueda decir cualquier amante de la Tauromaquia y deformar la democracia a favor del totalitarismo moral. En definitiva, el texto no pasa de pseudoartículo que demuestra, también, el bajo nivel de los políticos que enviamos a Europa. Pese a todos, allá vamos.
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Empieza Jordi Sebastià así: "Como cada año por estas fechas se aviva en el Parlamento Europeo la polémica sobre las corridas de toros". Vamos, que él también se justifica en su particular tradición: la de los grupos verdes (Verdes-Alianza Libre Europea), donde se incluye su partido, Compromís, que han hecho de su antitaurinismo tradición en el Parlamento Europeo y cada año "por estas fechas" repican con la misma cantinela. 

Copiarán y pegarán una enmienda tras otra. Es fácil. Es su momento de sacar a paseo la bandera antitaurina y sembrar polémica. Un tanto etérea esa polémica si atendemos al clamor popular en las calles: pocas veces alcanzan a sumar el centenar de personas cualquier manifestación programada al respecto y sí mucha presencia policial. Justo al contrario ocurre con cualquier celebración taurina, que al cabo de la temporada suman más de 7.000.000 personas en plazas y calles de Europa, especialmente España, Francia y Portugal.

Parece mentira. Jordi Sebastià, que viene de un partido minoritario --el Bloc, que forma parte de Compromís-- de corriente nacionalista, de esos que han luchado por hacer visible su identidad, diversidad y cultura; que él sabrá lo que les ha costado ganar cada voto y luchar porque el muro electoral del 5% se rebajase, para que ahora aproveche esta 'tradición' antitaurina del Parlamento europeo para recortar esa diversidad en la que él también quería estar representado y busque cualquier motivo para discriminar, en este caso a la Tauromaquia, en nombre de la democracia. Media vida luchando para que les rebajasen el maldito techo del 5% para que ahora se conforme con un 50,1% vs un 49,9% para empezar a aniquilar la Tauromaquia. 

Sorprende lo rápido que olvidan estos nuevos adalides de la democracia. Mientras la tradición taurina merece ser comparada en su artículo con el machismo antidemocrático del fascismo polaco, se olvida de uno de los primeros impulsores del animalismo político, un tal Adolfo Hitler. 

La tradición antitaurina de Sebastià viene como a justificar todo con la excusa de la dictadura democrática de las mayorías. Para él es la panacea de todos nuestros males. Así, se pregunta: "¿Qué debería hacer una sociedad democrática y libre ante un desafío así?". Sebastià parece tenerlo bastante claro: "Los lectores --como si sus lectores fuesen bobos o todos antitaurinos o no tan libres y víctmas del pensamiento único-- lo saben tan bien como yo: votar. Sin miedo. Y acatar lo que la mayoría decida, de forma tranquila y responsable". Le falta añadir, al estilo de los fascistas polacos, que si los taurinos no votan, mejor. Que ya le encantaría.

A Jordi Sebastià le gusta usar la democracia según convenga. Por ejemplo, hace un año impulsaba un manifiesto crítico dentro de la coalición Compromís en el que se decía que "nadie imponga a nadie nada" y donde "las minorías tengan presencia y representación". Pero si de toros y tauromaquia se trata, como buen antitaurino, pide "acatar de forma tranquila y responsable" si la decisión es la que a él le interesa.

Sino, ahí lo tenemos: presentando enmiendas año tras año desde Europa. Acatar de forma tranquila ya no le conviene. Al contrario, prefiere ignorar toda realidad económica, social y festiva, y así no reconocer por tanto: más de 7.000 espectáculos taurinos populares en más del 50% de los municipios de la Comunitat Valenciana; los más de 7.000.000 espectadores en las diferentes modalidades y expresiones de las que goza la cultura popular taurina; por no hablar de la realidad ecológica que todo eso supone con más de 300.000 héctareas dedicadas a la cría del toro (y vacas) de lidia. Está claro que el respeto a la diversidad que pide para su coalición de partidos le molesta para esa gran coalición que es la sociedad con toda su pluralidad a cuestas. Entonces ya prefiere convertirse en dictador de lo moral con pseudoartículos como el que nos ocupa y escaño en Bruselas.

Aquí ya no vale lo mismo que en su partido de coaliciones. Eso del que "nadie imponga a nadie nada". Si a un taurino común se le ocurre pedir libertad para ejercer su cultura, costumbre, gusto, afición o modo de vida, ¡baah! eso según Sebastià sí "son pseudoargumentos".

"Las tradiciones no son buenas per se. Las sociedades democráticas deben decidir cuáles conservan y cuáles no", recalca Sebastià adscribiéndose en la más pura 'tradición' totalitaria del antitaurinismo y esas voces tan de moda en la nueva política que al pueblo, la gente, la sociedad  o incluso los lectores de sus artículos son tomados como un todo siempre igual. Ahí está él hablando de las sociedades democráticas cuando ya quisiera contar nada más con la mitad más una de esa sociedad. La minorías no sirven ahora. No le vale considerar a Jordi Sebastià que estas sociedades --democráticas-- o al menos una parte de ellas ya han decidido que la Tauromaquia es patrimonio cultural y también una tradición buena para ellas, y que por eso pervive con tremenda vitalidad hoy en pleno siglo XXI.

Mas todo eso para Jordi Sebastià seguirán siendo "pseudoargumentos", incluso también la misma "libertad". Porque "las sociedades democráticas deciden qué actividades permiten, y cuando alguna se considera inadecuada para el conjunto de la sociedad se prohíbe, y no hay argumento de libertad que la cubra". 

Era necesario el punto y aparte.  Parar y ponerse pie. Porque nunca en una frase --nivel primaria-- se recogió mejor el totalitarismo democrático-animalista.  Y con esta dictadura de lo moral lo mismo da Jordi Sebastià, Joan Ribó que Rouco Varela. Así de tremendo todo. Os podéis sentar ya.

El europarlamentario de Compromís ha alzado de nuevo su banderita antitaurina, ha escrito su artículo y ha buscado su momento de gloria. Tal vez lo haya encontrado con esta innecesaria contestación a su tradición, esa por la que año tras año --'man que las pierdan'-- les lleva a presentar enmiendas a los preupuestos europeos "para que las subvenciones a la ganadería no incluyan ayudas para criar toros de lidia". ¿Por qué? Porque no les gusta cómo mueren algunos de estos, sin caer en la cuenta de que esas ayudas se dirigen a la cría de todo el ganado vacuno sin discriminación y, sobre todo, al número de vacas encargadas de dar vida. Pero no seré yo quien considere inadecuada su libertad ni tradición como europarlamentario. Su totalitarismo, afán por discriminar y problemas ante la diversidad, sin embargo, son palmarios.

Llega un momento en que el político de Burjassot parece encontrar la piedra filosofal de todo: "El debate, por tanto, es mucho más sencillo". ¡Tachán! Nos dice: "¿Queremos mantener las corridas de toros o no? Y aquí los argumentos, los verdaderamente pertinentes, deberían centrarse en el fondo de la cuestión: los valores." Evidentemente, el argumentario antitaurino siempre ha buscado la sencillez, o más: el simplismo en su mensaje. Como la tradición, el arte, la cultura, la vida, la muerte y las decisiones de cómo mostrarlas o afrontarlas son 'pseudoargumentos', al fondo de la cuestión quedan "los valores" que se resumen de forma fácil: dejarlo todo en una partida de buenos y malos. 

Por si alguien no se había enterado, el de Compromís se sitúa en su bando de los buenos. Lo explicará entre guiones: "Para los antitaurinos -entre los que me encuentro-." Ay esos lectores poco avispados. Y sigue: "los valores que acompañan el toreo son nefastos: se justifica la tortura de un animal para crear un espectáculo." El simplismo de nuevo. Qué malos son estos que gustan del toreo. 

Qué tortura la tradición antitaurina del Parlamento Europeo. Acotada la Tauromaquia a su tortura. La 'excepcionalidad' cultural del toreo en España o Francia le chirría a Sebastià. Por muy minoritaria que sea. La propia diversidad que aporta y comparte la Tauromaquia le desmonta. Y no sabe qué hacer para recortala. En cambio, de forma inconsciente la ha pluralizado. Sucede en el titular: 'De toros y tauromaquias'. Ahí los pseudoargumentos simplistas del totalitarismo antitaurino se volvieron a quedar cortos. Habla de la tortura y, en cambio, Europa lo que hace es ofrecer ayudas a la maternidad, a la vida, que es donde siempre empieza eso: las Tauromaquias.

1 comentario:

El Apartado dijo...

Del todo tu interesante artículo me quedo con : "Las sociedades democráticas deben decidir cuáles conservan y cuáles no". O sea que este personaje se adueña de la voluntad y pensamiento de toda la gente y decide prohibir todo aquello que a él no le gusta, en nombre de la gente. Toda esta caterva de nuevos salvapatrias se creen con el derecho de inestabilizar y destruir todo nuestro pensamiento y forma de vida. En fin. Que nos dejen ir a los toros en libertad.
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