25 marzo 2017

talavante, una faena decisiva



La ausencia de Roca Rey fue la ausencia de emoción palpable, pero el llenazo no perdió en apreturas. El cartel clave de la Magdalena acabó con el desenlace de la mejor faena del ciclo castellonero y, por cercanía, también de Fallas. La emoción del toreo. Esa faena decisiva la esculpió Talavante ante el sexto. Delicado, casi que levitando. Abrió al natural. Muy de verdad. El secreto, la velocidad. Largo el toreo sobre la zurda. El giro sobre los talones, parsimonioso. El toreo en la palma. Y con la diestra estalla profundo, que es cuando el toreo se hunde y se reúne todo a la vez. Con la olla a presión y la plaza en pie, Justo Hernández, asomó por encima de las tablas e hizo el gesto: "a matar". Entonces llegó el epílogo, por bernardinas. Y apareció un cambio de mano sideral que puso el mundo del revés. El espadazo sonó inapelable. Talavante había inventado la faena de Magdalena y Fallas. Todo a la vez.

Más toreo tuvo la tarde. Al natural, versión Castella, en una tanda mágica. El milagro del temple, más el inicio genuflexión. O cuando El Juli transformó en imán su muleta y sujetó al manso para luego montarse encima.

Lo que le faltó a la tarde fue toro. Anovillado lote de Garcigrandes. Y blandotes. Inédito El Juli con su  a primero, Castella se inventó a su primero desde el mágico temple y a su segundo consiguió mantenerlo en pie para hilvanar buena faena, pero carente de emoción y olés. Y Talavante vio como su primero se derrumbaba para luego levantar una faena decisiva.

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