09 enero 2007

(breve i) espacios propios

Es la constatación. Nunca te sientes en tu casa hasta que no eres capaz de ir a ciegas, meter la mano y encender la luz. Acertar de costumbre. Me pasa. Al entrar en casa, en mi habitación, en el baño. La mano se escurre junto al marco de la puerta, a veces casi sin espacio, quiebra y da la luz como abriéndome paso. El gesto no se olvida en los espacios del pasado propio. En la casa donde crecí, mi casa, que abandoné hace casi diez años, todavía acierta el instinto al dar la luz.

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