Lo dice el ex presidente de la Generalitat de Catalunya: "Creo que cometimos un error: proyectar la reforma del Estatut en vez de una reforma de la Constitución. ¿La reforma de la Constitución es imposible?. Si probablemente, pero también la del Estatut ha sido imposible", indica. En este sentido, Maragall señala que el Estatuto "está vigente, pero de forma provisional, ya que hay un recurso ante el Tribunal Constitucional".
Enseguida, claro, hay quien ve planes ocultos encubiertos y que atacan contra lo más sagrado.
La idea, y más que idea sensación, es que pasará mucho tiempo para que en este país los partidos que representan a poco menos de una mitad pueda tratar con los otros, que representan a algo más de la otra mitad. Juego de palabras. La sensación es que veo Francia (por no mentar a Alemania, donde se lleva a la práctica) y tanto Segolene como Nicolás, me parece que, cada uno desde su postura ideológica más o menos acusada, serían buenos presidentes de la V República Francesa. Y que cuando uno de los dos se mude al Elíseo nadie tendrá pánico.
Sin irme muy lejos, no puedo cree que cunda tanto el pánico entre el empresariado valenciano de la posible llegada de un tripartito. Porque si de eso hay miedo y asusta, ¿qué pasa cuando un Astroc se estampa y el partido que gobierna en tu Comunidad ha crecido, tapado bocas y aumentado y repartido las cuotas de poder en unos cuantos a base de terrenos, recalificaciones, PAI's y PGOU's al tuntún?
Era (ayer ya) 25 d'abril. 300 años de la batalla de Almansa. Cuando los valencianos perdimos nuestros fueros (Furs). Y también nuestra personalidad. Desde entonces, al menos de aquello que llamamos transición, la batalla ha sido continua. En Las Provincias me encontraba en la efeméride con el artículo de una profesora mía en la facultad, María José Pou Amérigo, titulado "La nueva batalla de Almansa".
Dice: "El uso de las señas de identidad valencianas para auparse en el poder de la Comunitat no es una novedad de esta convocatoria. Al contrario, en décadas anteriores la presencia de lo valenciano para ganar o arañar votos al oponente era más importante. Sin embargo, ahora, la perspectiva de un tripartito de izquierdas ha hecho disparar las alarmas en la derecha y ésta, lejos de pensar en otra coalición con el grupo valencianista, ha optado por mantener un discurso que pueda fagocitarlo.
Es una posibilidad pero no parece la mejor pues un PP muy valencianista no resulta demasiado creíble. Entre otras razones porque su discreto apoyo a lo valenciano no es lo más llamativo de su mandato. Por eso los gestos de los últimos meses, que quizás se acentúen ahora, resultan postizos, como la gresca por las emisiones de TV3".
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