Joaquín Vidal, que se fue hace como seis años y apenas una semana, dejó un mensaje muy claro en una de sus últimas entrevistas, creo que la última, en el libro Por los adentros, cuyos autores son los hermanos Jaume y Salvador Boix.
El mensaje era así de claro. Habla el maestro Joaquín Vidal:
"Sépanlo y no se engañen: esto se acaba. Estoy convencido de que esto se acaba. Porque la fiesta de los toros no admite la situación en la que se encuentra, a saber, que no hay toro. O sea: no hay toro. El toro, o lo que vaya a ser esta cosa que nos echan, tiene peligro. Peligro tiene, eso está claro y no lo discuto. ¿Pero este es el toro de lidia? Ah, amigo. Este que vemos es acaso un animal embestidor -al ataque o a la defensiva, porque puede perfectamente ser manso-, es potente, es fuerte ante una lidia adecuada a su comportamiento? Ah, amigo. Me temo que esto también está claro: el toro de lidia actualmente es un toro blando, que se cae permanentemente, sea grande o pequeño, gordo o flaco, parado o inquieto, y se le torea de forma desligada, y se le da una lidia desde que salta al ruedo absolutamente aburrida, intrascendente, que ni se atiende, y cuando llega la faena de muleta, que es lo que se valora, el toro este está hecho una ruina. O sea, que no, que no hay toro.
Yo esto lo atriubuyo a un fraude absolutamente descarado. Pienso que el toro sale manipulado. Se dice que el toro sale así porque no tiene casta, y esto, que se oye mucho por ahí, es una solemne tontería. ¿Pero qué me quiere usted decir con que el animal no tiene casta, óigame? ¿Acaso ha visto usted, muy señor mío algún animal que se caiga? Ninguno. No existe ni un animal en la creación que se caiga."
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