27 mayo 2008

verdades que guardo

No es que San Isidro me pueda. Qué va; si lo veo desde cómadamente desde el sofá. El caso es que llevo tres tardes disfrutando como un enano. Bendito invento Las Ventas y su feria, que a lo mejor me hacen pasarme de frenada, pero es que se me han juntado unas cuantas verdades de esas que sólo es capaz de ofrecer la Fiesta y que no dudo en guardarme.

La corrida de Victorino del Río me hizo disfrutar y más la imperfección perfecta y arrebatada de Morante. Como aquella serie profunda de El Juli o el aroma de Manzanares.


La trágica torería de Frascuelo y la bravura de un toro de Cuadri llamado Aragonés que permitió a Israel Lancho dar un paso en su madurez.


Y ayer otra tarde, que le tenía guardada un tabaco fuerte a El Ruso, en la que saltó otro toro, si se me permite llamarle toro al novillo de Guadaira de nombre Grosero, de encastada embestida para un tal Manuel Ocaña El Sombrero.

Las imágenes son de Juan Pelegrín.

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