30 octubre 2008

abel valls tiene todo un invierno para pensar

Con el debido retraso y con mis excusas, cierro difinitvamente la temporada taurina no sin grabar con una nueva cámara que guarda en .mov y averiguar cómo transformar dichos archivos en .mpg, por ejemplo, para así poderlos aupar a Google. Conseguido, ya puedo contar (algo) en condiciones o, mejor, lo poco que me queda en la memoria del pasado 25 de octubre, cuando Abel Valls se despidió de novillero matando en solitario seis de Fuente Ymbro en su Castellón para tomar la alternativa allá por marzo de 2009 en la Magdalena, de nuevo en Castellón. Vamos, todo un lujo.



De aquí hasta entonces tendrá tiempo para entrenar, pensar mucho y darle todas la vueltas posibles al asunto. Porque tiene que hacerlo. Porque cuatro generosas orejas no pueden tapar la tarde. Sabe que debía haber estado mucho mejor. Que tenía la obligación de haber estado mucho mejor.

Por chiqueros salieron seis de Fuente Ymbro de aceptable presencia, todos derrochando grandes dosis de nobleza y lo único que querían era muleta, muleta y más muleta. Valls se la dio, sí; pero desangelado, mecánico, sin alma. Pocos oles arrancó. Alguna serie suelta en redondo, pero las más veces escupía el muletazo hacia fuera y lo que parecía es que los novillos se toreaban prácticamente solos. Además, salió algún Fuente Ymbro con un pellizco de casta, el suficiente para demostrar el novillero cierto poder y esos puntos de más de capacidad, pero la sensanción fue otra y lo positivo a estas alturas es que queda un todo un invierno para entrenar y sobre todo para pensar.

De lo más torero de la tarde fue una gaonera de las tres o cuatro que ejecutó el sobresaliente Sergio Ferrer, que fue invitado por el propio Valls a participar. Lo feo, que a un sobresaliente no hace falta que le des réplica en quites, como luego hizo el castellonense. Que si el sobresaliente se lleva su vasito de gloria, pues enhorabuena y punto.

En lo que Abel Valls sí que sacó nota fue con la espada. Excepto al primero, que lo pinchó, al resto les metió cinco espadazos, cinco.

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