en cuba no se enteran (en la comunitat valenciana, tampoco)

Dice Yoani Sánchez --que ya avisó un día antes-- que le han dicho unos agentes del Ministerio del Interior cubano que "ha transgredido todos los límites de tolerancia con su acercamiento y contacto con elementos de la contrarrevolución". Yoani preparaba, simplemente, un encuentro de bloggers. Definitivamente en Cuba no se enteran: Yoani con su blog forma parte de la actual revolución, otra muy diferente a la suya que de tan manida, anticuada y oficial ya caducó hace tiempo.

Tampoco se enteran en la Comunitat Valenciana y en sus medios oficiales. Que si salen a manifestarse tantos ciudadanos como hacía tiempo que no lo hacían, estos se ignoran, se ventilán con un plató tendencioso de 30 y pico segundos y encima se adorna con la santísima desfachatez de dar altavoz a la queja de algunos comerciantes que vieron fastidiadas sus ventas un sábado por la tarde.

La Comunitat Valenciana es así. No va a hacer como el gobierno cubano, pero sí que girará la vista todo lo que pueda y más, hasta allá donde le sea posible, para que se pueda decir, puestos en una balanza, que al gobierno valenciano le interesa mucho más el consumismo desaforado de cara a las religiosas fiestas navideñas, que la propia educación. Se preguntarían algo así: ¿Qué hacen esos profesores y padres con sus alumnos e hijos manifestándose por la educación cuando podrían estar mucho mejor haciendo correr la Visa en cualquier centro comercial?

No nos sorprendamos, pero a los tres días de tener a más 50.000 almas en la calle, una de las primeras ideas brillantes de la cabeza del Consell, Franciso Camps, ha sido proponer a Plácido Domingo para que nos cante el himno --ese que dice "Per ofrenar noves glòries a Espanya..."--, como buena Comunidad bilingüe que nada en la más fastuosa apariencia, tanto en valenciano como en castellano. Y digo, ¿por qué, ya que estamos, no se arranca el tenor también en inglés para empezar siendo trilingües desde los mismos símbolos?

Y sí es posible, cómo no, que lo canten en un inundado Palau de Les Arts experto en recoger toda esa agua ya convertida desde hace tiempo en todo un pilar ideológico de esta, nuestra, Comunitat Valenciana. Sólo hay que esperar un chaparrón. Y ya rizando el rizo, que fuese abordo de flamante barco de esos de la America's Cup. Sería todo tan precioso, más si la orquesta fuese capaz de reproducir el fabuloso sonido del motor de un Fórmula 1 de esos que surcan las calles de nuestra ciudad para así recoger toda nuestra nueva identidad. La Comunitat sería una gran fiesta a la que vendría el Papa de Roma y todo, pero no estaría invitado ese indeseable que es el señor Zapatero, ¿a que sí?

Los valencianos aplaudiríamos a rabiar, amb el cor encés en flama, y no nos importaría no saber cuánto nos cuenta a la Visa de todos y cada uno de nosotros. Qué va: mientras las sobras den para plantar más barracones en los colegios, todos contentos.