06 junio 2009

gloria a esplá y a la tauromaquia


Luis Francisco Esplá se ha despedido de Madrid logrando toda la gloria y alcanzando el mayor de sus triunfos. La historia más grande jamás contada se escribe cuando menos te lo esperas, y Esplá tenía una página para él solo para cerrar con toda la grandeza de la que es capaz el toreo ese idilio con la plaza de toros de Las Ventas tras 89 tardes, que se dice pronto.

Tan perfecto y soñado ha sido que me hubiese gustado tener a mano al maestro Joaquín Vidal para que me lo contase. Así de grande.

Me he acordado de los más de Esplá que conozco. De Rosa que iba cámara en mano rondando la apoteósis cuando Alejandro Esplá levantaba a su padre a hombros camino de la Puerta Grande y, sobre todo, de Domingo Navarro, el banderillero de Esplá, que tiene la suerte de ir en la cuadrilla del torero al que más admira, junto al que es feliz y con el que vive y disfruta toda la esencia del toreo. Y de los buenos aficionados que se han reencontrado con la diferencia, por clásico, de Esplá y de los nuevos aficionados, como Carlos, al que este vicio le acaba de picar y que me ha llamado con toda la emoción tras el triunfo del maestro en su adiós de Madrid.

Como dijo precisamente el maestro Vidal, esto es el toreo, grandeza.

Fiel a sus principios, a esa idea sobre la que parte su tauromaquia --"yo trasciendo a partir del toro" ha dicho tantas veces--, Luis Francisco Esplá se ha reencontrando con su Madrid, el que ha marcado su carrera. Tras brindar a la afición, cuando tomó la muleta para hacerle faena al colorado de Victoriano del Río de nombre Beato y bravo de condición, empezó el sueño, la obra que muy pocas mentes podían imaginar sólo unos minutos antes. Toreo añejo y puro. Luminoso y mediterráneo. Así de hondo y la emoción brincando de tendido en tendido, traspasando televisores y colándose en redacciones de periódicos deportivos.

Decía Esplá tras dar la vuelta al ruedo con las dos orejas al micrófono del Plus de Juan Carlos Crespo, "acabar una historia así es como despedirse de la mejor amante en el catre, que diría yo..., de Cleopatra". Y me ha venido a la cabeza la canción de Bunbury 'Y al final'. Esa que dice: "Así se hacen las cosas en mí familia / Así me enseñaron a que las quisiera yo / (...) / ...y al final / Te ataré con todas mis fuerzas / Mis brazos serán cuerdas al bailar este vals / ...y al final / Quiero verte de nuevo contenta / Sigue dando vueltas / Si aguantas de pie / Permite que te explique que no tengo prisa / No importa que tengas algo mejor que hacer / Así nos podemos pegar toda la vida / Así si me dejas no te dejaré de querer".

Porque así es Esplá. Un clásico. Un torero culto y de culto. Fiel a los principios del toreo y al código ético que le enseñaron, que aprendió, hizo suyo y amó; una especie en extinción que acaba de dictar su penúltima lección como sólo él sabe hacer, a partir de la bravura de un toro.

En fin. Gracias, maestro Esplá. Porque así se despiden los toreros: soñando el toreo.


Foto :: Juan Pelegrín para las-ventas.com


PS: Y ahí va la canción que he citado más arriba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

he visto toda la faena con un nudo en la garganta y la carne de gallina..

oscar

Unknown dijo...

no es para menos. a mi me pasó lo mismo creo que todavía lo tengo ahí el nudo... pero que gusto y que torería, y que grande es esto de los toros tanto que al rock todavía le faltan unos cuantos siglos de historia como para alcanzar tanta verdad.

un abrazo, óscar, y enhorabuena. y veta cargando las pilas para dentro de un mes...