24 julio 2009

feria de julio 2009/ el poniente tumba la casta y multiplica la mansedumbre



23 de julio de 2009, Valencia. Quinto festejo de la Feria de Julio. Toros de Valdefresno y uno (el cuarto) de Hermanos Fraile para Enrique Ponce, Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera. [VÍDEO]

Un día de poniente en Valencia es un día para valientes y apto para ver un mansada en toda regla. Valientes hubo muchos, todos los que casi poblaban en su totalidad los tendidos de sol y los que se sentaron llenando la piedra recalentada de la sombra. Y mansos, seis Valdefresnos, seis. Mansos y descastados hasta decir basta.

Atontados y de andares cansinos todos. Con el motor escaso, sin fondo. Más preocupados por encontrar refugio en las tablas que por seguir los engaños. Todos, los seis, tendieron a la querencia de la puerta de toriles de manera descarada. Un par de ellos incluso se acercaron por allí y llamaron al timbre a ver si alguien abría y uno hasta con la espada metida trató de saltar al callejón. Vamos, que jugaron en equipo y se llevaron la palma.

Las querencias las tenían tan acusadas porque el camino de vuelta ya lo conocían. Anoche, en la desencajonada, salieron de los corrales acompañados por los cabestros, se dieron una vuelta por el ruedo, y volvieron para dentro sin chistar. Y hoy, al pisar el ruedo conocían bien dónde estaba la vuelta, y uno incluso, conforme ha pisado de nuevo el albero se ha vuelto a meter para dentro.

Y además de todo esto, la presentación. Si bien la mayoría, por delante o por detrás se podía medio tapar, los pitones del sexto levantaban todas las sospechas, pero sólo a tres o cuatro les dio por protestar sensatamente. La cosa entre el público no estaba para enfados, que bastante tenía con los calores. Lo que querían eran orejas y al final sólo cayó una para Castella y le pidieron otra que el presidente, que debió estar todo el santo día bajo del aire acondicionado, se mantuvo frío ante la calurosa pasión, se la guardó y le dijeron de todo menos bonito.

Son las cosas del poniente sofocante, que elevaba los termómetros a los 40 grados, desbocaba el triunfalismo y hacía desaparecer la casta. Enrique Ponce, Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera lo han intentado, pero a la mínima que se ponían exigentes, los animalitos tomaban las de villadiego y si te he visto no me acuerdo. Y ni qué decir, que lo del picador fue pura pantomima. La corrida ha ido a base de puyazitos.

Ponce le ligó dos tandas en redondo sujetántolo mucho al primero, pero se le acobardó, se encerró en tablas y el de Chiva debió pensar que luego más, que mucha calor para ir jugando al gato y al ratón. Y el otro, con el hierro de Hermanos Fraile y el más serio de la corrida por delante, resulta que fue peor. Simple y aburrido, Ponce sacó los polvos mágicos y por un momento parecío que sí, pero acabó siendo no sobre todo también por dos pinchazos antes de una efectiva estocada baja. Dejó un buen comienzo por abajo, un cambio de mano y una trincherilla de cartel, mucho pulso y temple y un más que evidente afán de triunfo que le llevó a dar incluso un par de molinetes de rodillas para al final recibir una sonora ovación.

De eso, afán, tampoco andaron escasos ni Castella ni Perera, siempre fieles a su concepto. El francés fue quien más suerte tuvo. El primero de su lote fue el único que soportó los medios pese a su mansedumbre y el toreo en redondo ligado en una baldosa. Naturales no hubo. Para no decir mentira, una tanda mal hilvanada sin mando. Lo demás todo fue a derechas hasta exprimir la última embestida y pararse el toro. Y todo eso tras una estocada desprendida valió una oreja.

La opciones de Puerta Grande ahí estaban y el público valenciano estaba loquito de ganas de sacarlo en volandas y al principio pareció que sí. Con poca cara y acusando la querencia del chiquero --hay que ver la memoria de estos toros, se ve que en vez de pienso les deben haber dado ginseng--, flojeó aunque también empujo en el peto, pero con la cara alta. El material se sostenía, Curro Molina le había soplado dos pares para desmonterarse y Castella se fue a los medios para dar un cambiado. Y luego dar otro porque el toro conforme venía se volvía a ir.

Mal comienzo paras las condiciones del animal, manso sin contemplaciones. La continuación hizo pensar en el triunfo, asentado el torero y corriendo la diestra con temple. Luego vino un desarme y el toro, que sólo que quería ser libre porque lo habían parido descastado, se fue yendo siempre que encontraba un hueco. La faena se había quedado sin argumento y Castella mató de estocada defectuosa. Luego, la petición, la acertada frialdad del presidente y el cabreo del respetable, que se sentía incomprendido.

Pero a unos y a otros se les ve demasiado el plumero. El público denota escaso criterio cuando se cabrea por una oreja de menos y acto seguido se traga unos pitones escasos como los que lucía el sexto, y el presidente lo mismo. Mientras guarda la seriedad desde su atalaya durante la corrida, a mediodía en el sorteo se le intuye complaciente ante los todopoderosos taurinos.

Miguel Ángel Perera también estaba dispuesto y dio motivos de sobra, pero la espada y el desencanto final borraron toda expectativa. Las dos series en redondo a su primero fueron lo mejor de la tarde. Bien ligadas y templadas, además tuvieron el punto de la emoción de un toro embistiendo con profundidad. Pero de ahí salió exhausto y no hubo otra que montarse encima o lo que es un arrimón en toda regla, que de poco valió tras un pinchazo y estocada caída.

Salió con ganas ante el impresentable sexto y lo recibió sorprendentemente con una larga de rodillas. Midió su mansedumbre, ilusionó, le birló los trastos y se perdió el hilo. Justo cuando acabó la corrida se pudo respirar. El poniente ya había hecho de las suyas. Enhorabuena a todos los valientes.

PS: Por cierto, certificada la desaparición del toro ¿dónde está el toreo? Dónde está aquello del parar templar y mandar. El toreo de adelante a atrás y de arriba a abajo. Que está claro que los de Valdefresno servían para bien poco, pero de verdad, ¿tanto les gusta a las figuras liarse a dar vueltas, hacer el poste y darse arrimones? Según concibo, el toreo viene siendo otra cosa y suele realizarse con un toro con poder. Pero en fin, no sé si será el poniente, pero es la reflexión más alta a la que llegado tras una tarde con estas temperaturas y la más absoluta mansedumbre y falta de casta. Y me he acordado de esto.

1 comentario:

Paco Montesinos dijo...

Muy buena la última reflexión, se busca demasiado el aplauso fácil con alardes al tendido más bullanguero que a la mínima pide música o aplaude a rabiar, y las figuras especialmente la "máxima" no deben recurrir a estas artimañas y menos en una plaza de 1ª.
Poco había que hacer con los toros pero menos vi torear.