La Feria de Julio la empredió con las corridas de toros con un ponentazo de los gordos. Media hora antes de entrar a la plaza el termómetro de la esquina de Colón con Russafa marcaba la friolera de 40º. Pero la plaza se llenó. Digan tres cuartos muy, muy largos o casi lleno. Como para que luego vayan matando a la Feria de Julio, que con Ponce, Castella y Perera en el cartel presentaba una entrada mejor que cualquiera de los días fuertes de las pasadas Fallas.
La tarde fue de valientes y los que más estaban apretados en unos policromados tendidos de sol. Así es la Feria de Julio, sólo un mero rumor en el resto de la ciudad de Valencia y una explosión de calor humano en la plaza de toros. Muy bien, ¡valientes!
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