16 julio 2009

larga vida al loco

Vía :: Vinilo Valencia |Decir Loquillo es decir rock and roll. Nervio, actitud, clase, temple, rabia, ejemplo. Un gusto y un placer encontrártelo una calurosa noche de verano tan entregado o más que siempre sobre un escenario en un parque de L'Eliana, en la comarca del Camp de Túria, y sentir cómo te acaba llevando a su terreno para demostrarte que lo que estás viendo/escuchado no es un concierto más, que es mucho más que eso y que no te queda otra que entregarte y mover las caderas.

De todas, todas, lo consiguió. Grande del rock patrio por derecho propio, veteranía y una ingente colección de, más que canciones, auténticos himnos rock, de esos que juegan con la fibra más sentimental y te la aprietan rabiosos, auténtico desgarro del alma, y te ponen a cien. Lo que consiguieron 'Memoria de jóvenes airados' o 'Cuando fuimos los mejores'.

Bastó la primera canción, acogida con frialdad, para cargarse de líquido y situarse en un punto intermedio donde el sonido se apreciaba nítido y perfecto, tanto como para olvidarse de la barra para siempre --o al menos por las dos horas que duró el espectáculo--, contonearse a placer y seguir al Loco como perfecto maestro de ceremonias, frontman como los hay pocos, haciendo gala de la dignidad de la que sólo son capaces las auténticas estrellas del rock.

Por eso tal vez a José María Sanz no se le olvidó de dedicar el concierto a la banda de L'Eliana, La Habitación Roja, citar a Sabino Méndez cuando atacó con la brillante 'Sol', canción incluida en su ultimo trabajo, Balmoral, del que sólo interpretó dos temas, acordarse de El Columpio Asesino cuando le llegó el turno a 'Dispararé', la canción a la que le puso voz con motivo del décimo aniversario de la banda de Pamplona, o acordarse, como siempre, de Johnny Cash cuando recuperó uno de sus tantos clásicos, 'Voy de negro'.

Porque lo que no faltaron fueron clásicos del rock por los siglos de los siglos perpetrados en este directo por la genial banda que últimamente acompaña a Loquillo. Dos guitarras manejadas a la perfección por Jaime Stinus e Igor Paskual, dos actitudes y dos métodos tan diferentes a la par que compenetrados. La porteña Laura Gómez-Palma al bajo; en los teclados Mario Fueyo; y desde la batería el parisino Laurent Castagnet. El conjunto ofrecía un sonido perfecto, nítido, del que pega fuerte en lo más hondo y no se enmaraña, sino todo lo contrario. Cada riff se sentía y se palpaba como sólo se palpa el rock, que es con todo el cuerpo.

Y todo eso y Loquillo no podían hacer más que encumbrar un repertorio plagado de historia, ante el que no queda más que, ya se ha dicho, entregarse sin contemplaciones. Porque así acabó el abundante público que llenó la Plaça d'Europa de L'Eliana. Porque no queda otro remedio ante las eternas 'Rock and roll actitud', 'Todo el mundo ama a Isabel', 'Rock and roll star', 'Feo, fuerte y formal', 'El ritmo del garaje', 'El Rompeolas', la inmensa 'La Mataré' o la indispensable 'Cadillac Solitario'. Y si alguien opina lo contrario, pues que se atreva cuanto menos a balbucear.

La conclusión es que quien firma acudía a ver su quinto concierto de Loquillo y en doce años, desde un ya lejano 1997 en el desaparecido Arena Auditorium, este de L'Eliana es tal vez el mejor de todos. Así que no queda otra que decir: ¡Larga vida al Loco!

2 comentarios:

Comtessa d´Angeville dijo...

GRANDE GRANDE GRANDE. Loquillo estuvo entre mis primeros conciertos de adolescencia... Pero ahora creo que debe hacer cinco o seis años que no lo veo en directo.

pau dijo...

Que decirte del loco... un tio grande. Un abrazo.