11 septiembre 2009

feria de albacete/ la rebelión de barrera y rodríguez ante josé tomás



Vicente Barrera había cuajado al cuarto de la tarde, un toraco hondo, conforme a sus posibilidades y fiel a su tauromaquia y más allá. Un esfuerzo en toda regla que tenía que refrendarse a espadas. Se perfiló Barrera, a matar o morir, e inevitablemente salió prendido, luego pisoteado y hecho un cristo o un torerazo que había sacado a relucir todo su amor propio para reivindicarse en tarde de tremendo reventón en la plaza de toros de Albacete y cuando José Tomás se antojaba auténtico protagonista.

Y al final fue Barrera quien desató las mayores pasiones, pese a que ante su primero se le vio gris ante el animal con menos gracia y entrega del festejo. Al quinto lo había toreado vertical, con ritmo y temple en redondo como sabe, bajando la mano y en los mismos medios aprovechado la clase del toro, había cumplido el trámite al natural y sacó el valor para darse un arrimón, una manoletina de rodillas, el desplante y los tendidos del revés. Faltaba la estocada, sucedió el drama que no llegó a nada serio, el toro rodaba y la petición unánime de las dos orejas de la afición no admitía dudas, sólo para el presidente, que, cortó de sensibilidad, lo dejó en una. La bronca de época, el matador se dio dos vueltas al ruedo saboreando el triunfo que reconocieron todos menos uno.

La tarde en principio tenía un único protagonista, pero tuvo tres, cuatro si hay que destacar la buena corrida de Las Ramblas; José Tomás, por supuesto, ya que no se iba a dar el choque de trenes con Miguel Ángel Perera. Pero con lo de Barrera y la seriedad con la que tomó la alternativa Juan Luis Rodríguez, la importancia de la tarde se multiplicó.

Debe ser un lujo tomar una alternativa así, con José Tomás y todo lo que ello implica, y con un Barrera haciendo evidente demostración de que todavía es capaz de jugársela a carta cabal. Porque es mejor que uno no se lleve falsas sensanciones. Una especie de 'así van las cosas en este escalafón, chaval'.

Pero resulta que fue el propio Rodríguez quien dio el primer aviso en el toro de la ceremonia. Ni el decorado --la plaza de su tierra llena-- ni los parteners le intimidaron y se asentó en el ruedo con toda naturalidad y se puso a hacer la suya con gusto, temple, cierto empaque y soltura. No le faltó apoyo. Hasta la banda le dio al play antes de que diera un muletazo. Pero su respuesta fue mayor, el mérito de su primera faena todo suyo, también el emborronarla y lanzar por la borda un triunfo con la espada.

Ahí suspendió Rodríguez. Tomar la alternativa, dar el paso de convertirse en matador de toros y manejar sin tino los aceros no es de recibo cuando uno es capaz de hacer el toreo bueno. Y eso le pasó en el primero, pero también con el sexto cuando por entonces la tarde se había cargado de argumentos y se vio obligado a hacer una demostración mayor de todo lo que es capaz.

Sensaciones de torero en sazón fue lo que dio en su estreno más todavía en el sexto en una faena en la que se impuso sin contemplaciones con la muleta siempre por delante, luciendo especialmente al natural y rematando con un auténtico arrimón como si llevase un buen puñado de tardes viéndole la cara al toro. Pero la espada devolvía a la realidad de que Rodríguez es una novedad, pero con mucho que contar.

Y con José Tomás, a priori protagonista, se hizo el silencio. Centro de todas las miradas, estuvo en un nivel alto, pero es mucho más donde alcanza, eso está claro. Su primero, descarado por delante, era bruto, y Tomás desplegó su tauromaquia impositiva y al final se apoderó de la situación con el mandó que da la mano baja. Toreo larguísimo, de cintura partida, al natural y una oreja. El quinto fue hondo, con kilos, y adolecía de cierta falta de fuerzas. Faena de temple al principio, a media altura la muleta, hasta que dio en la tecla y arrebató con dos tandas al natural cerrando el compás con muletazos de trazo breve pero la mar de bellos. Tenía el triunfo como lo tenía Barrera y el presidente se lo robó, o como lo tenía Rodríguez, y como a éste la espada le privó del fundamental remate.

Fue el triunfo de clamor lo único que le faltó a una tarde de inmensa expectación, que contó con una corrida de toros de Las Ramblas, bien presentada aunque con disparidad en la báscula, seria como segundo y quinto, y honda como el cuarto, muy suelta en los primeros tercios, pero noble y receptiva hasta que se les agotaba la justeza de la casta; y una terna de matadores que se estimularon unos a otros, y eso siempre es de agradecer para vivir una buena de toros.

4 comentarios:

Harko dijo...

q pocos comentarios... será porque esto no le interesa a nadie?

Johnny Boy dijo...

Únicamente dos puyazos ¿señor? Nen:

1º- Tengo un sistema de avisos que me informa de cuando se actualiza este blog que leo desde hace ya un tiempo, y hasta ahora nunca me había dignado a poner un comentario. ¿Sugiere usted que no me interesaba hasta este momento?

2º- De sus palabras deduzco que a usted no le interesa lo que en esta bitácora se pública, no obstante, sus hechos me confunden, ya que ha puesto sendos comentarios en entradas no consecutivos. ¿Paradoja, quizás? ¿Incoherencia, tal vez...?

En fin.

P.D.: Saludos desde la Ribera Alta señor Verdeguer, y que siga usted como acostumbra.

Unknown dijo...

gràcies. Ho intentarem...

Mercedes dijo...

Doy fe de que la bronca que el Sr. Coy recibió el otro día fue de las más fuertes que se han dado en la plaza de toros de Albacete. Y también de que hace años un torero no daba una segunda vuelta al ruedo a petición del público. Lo de Vicente Barrera el otro día (esa estocada de "o túo yo") fue un ejemplo de vergüenza torera.

Por cierto, ¡vaya naturales con el pico de la muleta nos "regaló" José Tomás!