Enrique Ponce celebra hoy su 20 aniversario como matador de toros. Un 16 de marzo de 1990 José Miguel Arroyo 'Joselito', en presencia de Miguel Báez 'Litri', le cedía los trastos que lo convertían en matador de toros. A partir de entonces la tauromaquia empezó a escribir una de sus más grandes historias. Hoy, día del 20 aniversario, Enrique Ponce hace el paseíllo en València junto a Julián López 'El Juli', con quien toreará mano a mano una corrida de Zalduendo.
El pasado mes de diciembre tuve ocasión de introducir un acto en el que se reconocía la trayectoria de Enrique Ponce y se le premiaba con la medalla al mérito taurino. Esta fue mi presentación.
Cuando se trata de Enrique Ponce, la afición taurina valenciana saca pecho...
Y si Méritos Taurinos reconoce el galardón, podemos llegar a pensar que Enrique Ponce merece tantas o más medallas como haya ganado el nadador Michael Phelps.
Les cuento así a grandes rasgos algunos de los méritos:
Enrique Ponce, que debutó en novillada picada el 9 de marzo de 1988 en Castellón, tomó la alternativa en Valencia el 16 de marzo de 1990 de manos de Joselito, que en presencia de Litri, le cedió el toro Talentoso de Puerta Hermanos.
Con sólo cuatro festejos en sus espaldas, en la Feria de Julio siguiente se encierra de rebote con seis toros, corta tres orejas, su carrera levanta el vuelo y esa misma temporada, confirma en Madrid junto a Rafael de Paula y Luis Francisco Esplá. En la temporada del 91 conquista otra de sus plazas, Bilbao, cortando dos orejas a un Torrestrella en las corridas generales y ya para la temporada de 1992 torea 100 corridas y así, superando el centenar de paseíllos, se pasa 10 temporadas.
Torea, por cierto, la Beneficencia de ese olímpico 92 y logra su primera Puerta Grande en Las Ventas. Triunfo que repite el 2 de mayo de 1997 y el 24 de mayo de 2002 durante la Feria de San Isidro. Y ya que hablamos de Madrid hay que acordarse del mayo del 96 y del toro Lironcito de Valdefresno, aunque seguro que quien más se acuerda es el propio maestro.
La Puerta del Príncipe se le resistió un poco más. La alcanzó el 26 de septiembre de 1999, el día en el que su amigo Litri se despedía de los ruedos. Pero se puede decir que la relación con Sevilla ha sido de madurez, y que su clímax ocurrió el 21 de abril de 2006 con toros de Zalduendo.
Con todo esto lo que se viene a decir es que ninguna plaza por importante que sea se le ha resistido. Ni en España ni en Francia ni en la América taurina. Y si nos pusiésemos a escarbar temporada a temporada en las cerca de 2.000 tardes, no acabaríamos…
Así que sigamos, con otros datos, como por ejemplo los 39 toros indultados, de los cuales 4 han sido esta misma temporada en Plasencia, Alicante, Leon y Fuengirola.
Que en Valencia, la suya y la nuestra, si no me fallan las cuentas son 36 puertas grandes… y las que quedan.
Y que acaba de llegar como quien dice de hacer un primera incursión triunfal en la temporada américana concretamente, triunfando en Lima y por tierras Mexicanas…
(…)
Hace poco menos de un mes que Carlos, Carlos Rodríguez, me ofreció la posibilidad de participar de este homenaje. Lo primero que hice fue aceptar, agradecérselo, y justo después me puse a darle vueltas a la idea.
La idea no era otra que: Enrique Ponce Martínez.
Uno coge al personaje… al torero… a la persona… al matador de toros… al chivano… a la figura del toreo… al valenciano… en definitiva, al maestro… y la verdad es que no sabe por dónde empezar.
¿Qué no se ha dicho o se ha escrito ya de Enrique Ponce? Es más, ¿qué no ha demostrado el propio Enrique Ponce a lo largo de los 20 años que está punto de cumplir como matador de toros?
Uno toma las estadísticas y con sólo ojearlas un par de veces llega a la conclusión de que Enrique Ponce ya hace tiempo que transcendió más allá de las cifras y que ya va pidiendo, no poetas, que también porque su toreo mejora con los años, sino que necesita de historiadores que vengan aquí y nos expliquen todo lo que supone para la historia de la tauromaquia un tal Enrique Ponce Martínez, natural de Chiva, donde nació un 8 de diciembre de 1971, y que se hizo torero porque su abuelo, el abuelo Leandro, tenía un sueño.
¿De Ponce qué no se ha dicho, se ha destacado y se ha repetido hasta la saciedad?: se ha hablado de su técnica, de su inteligencia, de su valor, de su elegancia, de su clarividencia a la hora de ver los toros, de su poder, de su capacidad, de su regularidad, de su constancia, de su torería, de su orgullo de figura, de su desmedida afición, de su entrega, de su constante afán de superación y de triunfo, de su difícil facilidad o de su proverbial temple…
Todas son verdad, y seguro que me dejó alguna que otra cosa más. Pero es que hay una que me gustaría destacar por encima de todas, y es que pasados 20 años, de Enrique Ponce lo que más me llama la atención es:
SU CAPACIDAD DE SORPRENDER
Enrique Ponce es un torero de época. Lo cantan los números y la cantidad toros cuajados a lo largo todo este tiempo. Y también lo podemos decir los que somos aficionados de mi generación. Los que, siendo de Valencia, nos criamos con El Soro y hemos madurado con Ponce.
Quien les habla puede decir que se enganchó a la fiesta con El Soro, Espartaco y los años fuertes de José Antonio Campuzano en la década de los 80.
Y que el primer recuerdo nítido que tiene de Ponce en una plaza de toros me traslada al 9 de octubre de 1992, a un mano a mano entre El Soro y Ponce con toros de Cebada Gago. Triunfaron los dos, pero mientras el de Foios hizo todo un esfuerzo, el de Chiva desprendía una insultante frescura.
Aquella tarde fue para mí todo un golpe de atención. Los referentes taurinos de la infancia tenían que dejar pasó a los nuevos valores que venían apretando fuerte, a los nuevos tiempos
Pero quién iba a decir que esos tiempos se iban a convertir en toda un época, que aquel torero de Chiva iba a obrar el milagro de mantenerse durante 20 años de alternativa en una posición sólo diseñada para los elegidos, algo nunca antes alcanzado por nadie en la historia de la tauromaquia e iba a trascender a generaciones y generaciones de toreros.
Y en ese mismo transcurrir del tiempo en el que uno cree que cada vez va haciéndose mejor aficionado y la pasión trata de mezclarla con el periodismo, Enrique Ponce sigue en la cumbre y da la sensación de que no toca techo, y uno de lo que está seguro es de que el de Chiva se hace mejor torero si cabe cada temporada que pasa.
Y es que, como decía, lo que no ha perdido o tal vez ha agudizado con el tiempo Enrique Ponce es la CAPACIDAD DE SORPRENDER.
Su tauromaquia crece, se amplía, se hace más honda… ¡Qué sé yo!
La cuestión es que esta temporada me ha pasado en Valencia o en Bilbao, que son sus dos plazas…
Solo cabe esperar que esa sensación podamos disfrutarla por varias temporadas más, que seguro que sí. Que al tango le llevamos ventaja. Que no hace falta volver. Y que 20 años no es nada, bien podrían pasar otros tantos.
Maestro, muchas gracias, y enhorabuena.
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