21 marzo 2010

feria de fallas 2010/ como si las fallas no hubiesen ardido todavía



20 de marzo de 2010. Feria de Fallas. Toros de Jandilla y uno de Vegahermosa (2º) para Rivera Ordóñez, El Fandi y Rubén Pinar. Tres cuartos de plaza.

La corrida de Jandilla no llegó a exasperar tanto como los sucedáneos de días anteriores, aunque un poco sí, para qué engañarnos, pero la fiesta fue igual de intrascendente. La única diferencia fue que cayeron unas cuantas gotas del cielo. Por lo demás, reinó el pegapasismo a tutiplén, las banderillas como justificación del todo y Rubén Pinar --sustituto del lesionado Miguel Ángel Perera--, contagiado por la tarde, se olvidó de la seriedad que demostró ante la exigente de Alcurrucén, y en su esfuerzo en la búsqueda del triunfo enseñó su lado más populachero. Y es que en la tarde, para variar, latía el afán triunfalista tan tipicamente valenciano. Como si las fallas no se hubiesen consumido ya.

La misma canción de tantas y tantas tardes. Los jandillas salieron faltos de fuerza y muy cortos de casta. El castaño primero fue aceptable de presencia; el segundo, anovillado y muy parado; el tercero, muy pobre de cara y de embestida cansina; el cuarto una masa anovillada sin forma ni casta; el quinto, que sólo se tapó por delante, fue muy reservón y embistió a oleadas; y el sexto, anovillado y manso, se defendió.

De Rivera Ordóñez lo mejor que hay que decir es que ejerció como perfecto director de lidia. Siempre pendiente de sus compañeros en los momentos de apuro y siguiendo sus faenas de cerca desde el callejón. En ese aspecto hay que quitarse el sombrero.

También banderilleó a sus dos toros. Es algo que ya no es novedad y que sirve de excusa para justificar su espectáculo.

Porque a lo que a toreo se refiere, tras 15 años de alternativa, Rivera Ordóñez estuvo como es, ventajista y en exceso precabido. Con ninguno de sus dos toros pasó de la segunda raya. El primero de la tarde tal vez necesitaba terrenos más abiertos, pero no los conoció no fuese el toro a sacar cosas que no convenía. Rivera a éste lo mato de más de media y descabello.

Al cuarto le dio infinidad de pasas en los bajos de los tendidos de sol sin ningún ajuste. Todo muy fácilmente comestible para un público nada exigente que tras una estocada le pidió la oreja. No la hubo y se dio con tremenda parsimonia una vuelta al ruedo entre algunas protestas y mucho jolgorio.

Con El Fandi lo de las banderillas es todo un espectáculo y por lo tanto obligado. Que clave a toro pasado da igual. Lo que le importa a sus fans son las carreras y la demostración del portento físico que es el granadino. Siete pares fueron los que clavó en la tarde. Los del primer toro los prendió a regañadientes por su descastamiento. Sabía mejor que nadie que aquello iba a durar un suspiro. Parado el toro, El Fandi fue a por la espada rápidamente.

Al quinto le prendió cuatro pares en medio de un auténtico manicomio. Era toro con más pies, más a favor de estilo, aunque áspero y complicado. Los pases se amontonaron uno tras otro entre algunas miradas y reservas. La faena tuvo cierta tensión, pero escasa calidad. Lo único en lo que todos pensaban era en cuántas orejas podían caer, no interesaba nada más. Y al final hubo una.

Antes había cortado otra Rubén Pinar, que aprovechó el primer toro que le había correspondido en esta oportunidad en forma de sustitución. Inválido y de sosa embestida, Pinar estuvo pulcro y acertado. Muy templado, esperando y con mucho pulso. La embestida del jandilla resultaba cansina, pero Pinar le dio fiesta y logró sus momentos más lucidos en redondo. Algo parecido lo hace una figura de las de arriba y estarían cantádoselo media eternidad. Mató con tino y cortó su oreja.

El sexto la pizca de casta que tuvo la utilizó para defenderse. Era lo que le pedía su mansedumbre. Pinar, atacado por conseguir la puerta grande, estuvo acelerado. Muchos pases sin mando, infinidad de enganchones y ventajas en la colocación. Pretendió ser popular en exceso y por poco logra su objetivo. Dejó una estocada más que suficiente, pero ahí el jandilla, como casi toda la corrida, sacó dureza de patas y sonaron dos avisos hasta que lo atronó de descabello. Hubo petición, pero coherentemente no se atendió.

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