(...)
Lo que sucede con la fiesta de los toros es que hay que entender y conocer sus valores para poder opinar ecuánimemente y mucho más para decidir sobre la misma, lo cual no es fácil. Por ello, la decisión del Parlamento catalán es además un contrasentido total y absoluto con la legislación vigente, como la Ley 10/1991, de 4 de abril, denominada ley taurina, que fue aprobada por las Cortes Generales y que sin duda contó con los votos de parlamentarios catalanes de las mismas formaciones políticas que han aprobado la ILP antitaurina.
Pues bien, en dicha ley se recoge, entre otras cosas, "la implantación de la fiesta de los toros en la cultura y aficiones populares". Al igual que se hace en el Reglamento Estatal vigente de 1996 y en los autonómicos de País Vasco, Aragón, Navarra, Andalucía y Castilla y León. Esto es, una fiesta que es legalmente cultura en toda España, es tachada de ilegalidad en Cataluña.
Desde luego, nuestra Asociación Taurina Parlamentaria no se va a quedar con los brazos cruzados, ya que, como muy acertadamente se señala en el Manifiesto leído en las plazas de toros el pasado día 1 de agosto, la decisión del Parlamento catalán atenta a derechos fundamentales, entre ellos la libertad de ir a los toros de los aficionados catalanes. Ello pugna también con el artículo 139 de la Constitución Española, cuando proclama que "todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado".
Aunque no sean conscientes de ello los que han adoptado esta decisión, no podemos menos de recordarles lo dicho por el filósofo Andrés de Francisco en su Ciudadanía y democracia. Un enfoque republicano, cuando señala (página 64) que "las tradiciones tienen un contenido simbólico que está más allá de la utilidad y el cálculo. No pertenecen a la economía, ni siquiera a la política, sino al ámbito del sentimiento y la identidad. Están fuera del mercado, y este, según crece con el capitalismo, las arrincona".
José Bergamín, en La música callada del toreo, define la lidia como "la revelación maravillosa de una belleza viva que es la del arte de torear mismo", una sensación que los aficionados catalanes tienen derecho a seguir disfrutando.
10 agosto 2010
nuestro sí a la fiesta
Vía :: El País | Nuestro sí a la fiesta es un artículo firmado por Miguel Cid, Pío García Escudero y Carmen Calvo.
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1 comentario:
Suscribo al 100% el primer párrafo (la tauromaquia es poco conocida y ciertas decisiones, también algunas tomadas por entidades del mundo del toreo, son precipitadas).
Dicho esto y reconociendo que no soy experto en tauromaquia y subrayando que la decisión democrática adoptada por el Parlament de Catalunya merece respeto, opino que la prohibición es un absurdo --carente de base racional--, manifiestamente desproporcionada desde un punto de vista cultural e histórico, y que el debate final en el seno del Parlament y en los medios estuvo totalmente politizado y centrado en asuntos ajenos a lo que exponían los animalistas en su propuesta original.
Si en lugar de perderse en un estéril y injustificado debate España-Cataluña se hubieran centrado en el asunto a tratar, muy probablemente hubieran ganado quienes piensan con la cabeza --no con el corazón-- y la Monumental sólo correría peligro de cierre si sigue el lento pero constante descenso del número de aficionados a la tauromaquia.
(Y esto último debería ser abordado con seriedad por quienes conocéis el asunto y por quienes no odiamos el toreo).
¿Será algún día posible hablar o escribir de tauromaquia sin hacer política y sin pensar en los votos o enconveniencias ajenas a la "fiesta"?
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