Las ganas nunca faltan cuando llega la hora de venir. Pero para torcerse todo hace falta bien poco. Que se estropeé un birria de corrida de Juan Pedro Domecq, cosa bastante normal, o que al genio de la Puebla, José Antonio Morante, le venga de repente una gastroentiritis. Cualquier cosa vale.
Pero quien firma lo tiene bien claro, y a Juan Pedro Domecq le sugeriría que dejase la cría del toro bravo y que se dedicase únicamente a la de porcino, porque esto ya es intolerable y para echar basura inválida y descastada a un ruedo, y más si el serio y respetable de Albacete, pues mucho mejor dejarlo.
La corrida quedó para el arrastre cuando se remendó a mediodía con uno de Marca y Morante mandó un parte facultativo para ausentarse. Gran parte de la afición se quedó con un palmo de narices conforme entraba a la plaza y la primera reacción fue protestar una vez apareció la terna, sin Morante, por el patio de cuadrillas. Y la última, otra merecida protesta una vez los toreros habían abandonado el ruedo. El petardo de corrida soportado bien lo merecía.
Primero y segundo no sirvieron para nada. El tercero fue el remiendo y a la hora de embestir pecó de descastado y no se entregó. De la terna hasta entonces destacó el certero manejo de los aceros.
A partir de ahí, la maneras aliviadas de El Cid, que gustó pero apuró demasiado al toro cuarto que acabó desfondado de forma preocupante. Talavante se contagió de la apatía de la tarde y se dejó ir al mejor toro;, un juampedro noblón, con buen son y galope. Pero Talavante, lo pasó muy a su aire al natural. Apretó con la diestra en dos series y pronto se le fue sin solución. Talavante trato de arreglarlo con populacheros molinetes y manoletinas, pero se equivocó una vez más y la afición le protestó la vulgaridad. Con la espada, regular-mal.
Rubén Pinar se presentaba de rebote en Albacete con un día de adelanto por la vía de la sustitución, pero el máximo culpable, Juan Pedro Domecq y su selección de babosas, se encargó de dar al traste con tan señalada fecha. No pudo más que mostrar toda la buen voluntad posible, pero más no cabía.
Rubén Pinar se presentaba de rebote en Albacete con un día de adelanto por la vía de la sustitución, pero el máximo culpable, Juan Pedro Domecq y su selección de babosas, se encargó de dar al traste con tan señalada fecha. No pudo más que mostrar toda la buen voluntad posible, pero más no cabía.
A Pinar no le queda otra que esperar menos de 24 horas y que con poco le sirva. El de Tobarra es capaz de pegarle muletazos a una mosca, eso está comprobado. Los de Samuel Flores no serán precisamente insectos voldores, pero esperemos sólo que salgan embistiendo.
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