Los controladores no tienen secretos. Es decir, no tienen secretos que nos puedan interesar. De diplomacia saben más bien poco. Como la mayoría. Y lo mismo en cuestiones de seguridad de Estado. Ahora, tienen un sueldo que impresiona y por su trabajo son considerados como una casta de privilegiados, con lo feo que suena. Pero todo eso ya lo sabíamos.
Lo que no era sabido todavía es que la edad mental de un controlador puede estar entre los 3 y los 8 años de edad. Porque de no ser así no se entiende que el pasado viernes paralizasen de forma caprichosa el espacio aéreo de España ignorándolo al resto de la sociedad y su responsabilidad para con ella. Que más da que si el puente, que si una familia había realizado un esfuerzo económico por cinco días miserables de vacaciones, que si algún trasplante, operación o que si alguien había esperado cuatro años para reencuentrarse con los seres queridos y dependía de un avión. A ellos, a los controladores, en aquel momento --y en los momentos anteriores en los que estuvieron maquinando abandonar sus puestos de trabajo-- todo eso les dio igual.
¿Y ahora qué? Pues por ahora ni un despido ni una dimisión política. Tras la escenificación circense de ayer en el Parlamento, la sensación es ahora mismo es como si alguien estuviese barriendo para esconderlo todo bajo la alfombra.
Esto es un Estado de Alarma, vaya que sí.
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