01 junio 2011

césar jiménez, por la puerta grande casi sin querer

Fotos :: Juan Pelegrín para las-ventas.com

César Jiménez abrió la Puerta Grande de Las Ventas --por tercera vez como matador de toros-- y lo hizo casi sin querer. Cortó una oreja a cada toro y con eso obtuvo el pasaporte para la gloria y su consiguiente paliza. Porque vaya tunda que sufren los que atraviesan ese arco en triunfo por culpa de cuatro pelagatos que se creen que eso es la grandeza del toreo.


El primero de César fue de dulce, un bendito, un toro para santificarlo, un toro que era la envidia de todo aquel que se viste de luces. Se llamaba el toro 'Rodalito', de Peñajara, número 48, de enero de 2007, con 555 kilos y sin exageraciones. De salida se puso a embestir por abajo, hizo aceptable pelea en varas y siguió de igual modo. Cada vez que tomaba la muleta hundía el hocico en la arena y seguía los vuelos con pastueña embestida. César Jiménez estuvo correcto y templado, pero sin la frescura de siempre--salvo el inicio de rodillas-- y sintiendo lo que hacía muy poco, salvo en serie y pico por la derecha. Mató de forma efectiva y se le concedió una oreja en la que en el toro puso mucho de su parte.

La faena al quinto --como la otra en terrenos de sol al resguardo del viento--, un sobrero de Carmen Segovia grandón y de brusca embestida, tuvo más mérito. Más exigente, Jiménez respondió con firmeza y colocación, tragando y templando hasta conseguir ligar muletazos, que si no tan limpios, si fueron más emocionantes. Tras el espadazo, el premio de la oreja era igual de justo.

Pero, ¿y la Puerta Grande? Ahí reside el debate de la división de opiniones que siguió a continuación. Y es que a lo mejor ya va siendo hora de que la salida por la Puerta Grande de Madrid empiece a costar dos orejas en un mismo toro.

Por lo demás, la corrida de Peñajara fue variadísima de juego. Desde el excelente segundo a los marrajos con peligro que le tocaron a Eugenio de Mora y ante los que solventó con profesionalidad. Javier Cortés no puedo pasar del arrimón y nos quedamos con las ganas de que un toro le embistiese. Su concepto del toreo de mano baja promete y para nada, mirándole a la cara, aparenta el valor que demostró ayer.

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