La Huffington es una de las gurús del nuevo periodismo en Estados Unidos y prepara ahora su expansión. Su mensaje, que no es ninguna verdad absoluta ni mucho menos, aporta detalles que debe tener en cuenta el periodismo, también el periodismo taurino. Huffington habla de "reconocer la nueva realidad" en la que lector no quiere "escuchar solo a un grupo de periodistas autoproclamados como la voz de la autoridad". Los grandes medios tradicionales han fallado, dice, en momentos claves por comportarse como auténticas cheerleaders (animadoras) del poder. En momentos claves o incluso de forma continuada --salvo contadas excepciones-- como puede suceder con el periodismo taurino.
(...) Las nuevas tecnologías han cambiado el terreno de juego en el que los periodistas compiten y como Heráclito aseguraba, no puedes entrar en el mismo río dos veces. Aunque miráramos hacia atrás, si creyéramos que hubo una edad dorada del periodismo, no es algo que se pueda recuperar en ese sentido. ¿Qué podemos hacer para mantener las virtudes del periodismo tradicional? Hay que entrar en el río y reconocer la nueva realidad. No se trata de abrazar fórmulas que no encajen con el periodismo tradicional. Yo no creo en una web incivilizada. Creo que la diferencia está entre el momento adolescente de la web y su etapa adulta. La primera era comer mucha comida basura, acostarse tarde y chillar mucho, y eso ha cambiado.
(...) y más y más lectores quieren que lo que ocurre en el mundo les sea filtrado. Pero quieren que ese filtro se haga entre una multiplicidad de fuentes. No quieren escuchar solo a un grupo de periodistas autoproclamados como la voz de la autoridad. El lector también espera que se le filtren mensajes de Twitter, o de Facebook (...)
(...) el nuevo periodismo va a tener un impacto más saludable en nuestra democracia. Por dos razones: una, si mira a los medios generalistas en Estados Unidos, y no sé cómo será en España, en las dos grandes historias de nuestro tiempo fallaron. La primera fue la ausencia de armas de destrucción masiva, algo por lo que se ha pagado un precio muy alto en el peor desastre de la política exterior estadounidense, la invasión de Irak. La mayoría, incluido The New York Times, se convirtió en cheerleaders (animadoras) de la Administración. Los periodistas no estuvieron a la altura y los medios facilitaron que se produjera la invasión. Pienso que si volviéramos hacia atrás, a 2002, con la blogosfera y los nuevos medios en el punto de madurez actual, tendríamos la oportunidad de romper el monopolio de voces y cambiar el consenso público. Es difícil de saber, pero al menos habría existido esa oportunidad. Y la segunda historia es la crisis financiera. También hubo muchos cheerleaders que taparon a los verdaderos responsables del colapso. El otro gran problema es el acceso de los periodistas a los políticos, un proceso en el que básicamente se han ganado su complicidad. (...)
Hay mucha gente que no lo entiende porque es un nuevo modelo, no comprenden por qué hay personas que bloguean gratis, o por qué actualizan la Wikipedia sin cobrar, o su muro de Facebook. Comunicar es el nuevo entretenimiento de la gente. Es una nueva fuente de autorrealización. Nadie se pregunta por qué hay gente que se pasa horas viendo mala televisión gratis. Todavía no nos hemos ajustado a la nueva realidad de cómo la gente quiere vivir sus vidas.
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