22 noviembre 2011

rajoy, ya no hay excusas

Hace algo más de tres años, en marzo de 2008, escribí que Rajoy estaba ante el último aliento en la cosecución de lo que probablemente nunca había sido su sueño, la presidencia del gobierno. Anteayer, confirmada la mayoría absoluta, la serenidad en las primeras palabras de Mariano Rajoy obligó a pensar lo contrario tres años después.

No sirvieron cuatro años de crispación (2004-2008), sí la paciencia y el paisaje desolador de una crisis que ha calado por todas partes y que ha dejado al PSOE hecho añícos con un Zapatero sin aire y haciendo bulto en los últimos meses de su mandato y en manos de un Alfredo Pérez Rubalcaba al que poco le ha quedado más que recapitular tras la derrota en la que se han perdido casi 5 millones de votos, número similar al número de parados en estos momentos, por cierto.

Por eso la misma victoria de Rajoy debe tener regusto amargo. Ha logrado, tras una carrera de fondo repleta de zancadas que han dejado mucho que desear, alcanzar prácticamente por obligación la presidencia del gobierno con la mejor mayoría absoluta del Partido Popular, mejor incluso que la de Aznar. No recoge ninguna perita en dulce y de eso fue el más responsable cuando las mieles del éxito brotaba de las urnas y alcanzaban la sede de la calle Génova.

Mientras la locura colectiva de los talibanes peperos a los pies del balcón de la calle Génova dejaba mucho que desear con sus cánticos y mensajes desde lo más profundo de la derecha retro-beata, Rajoy era el primero que mantenía el rictus de responsabilidad porque en realidad no le quedaba otra. La situación no está para andarse por las ramas y pavonearse del triunfo electoral más que lo justo.

La victoria del PP ha supuesto un aumento de algo más de medio millón de votos respecto a marzo de 2008, alcanzando los 10.830.693; mientras que el PSOE ha bajado de los 11.289.335 a los 6.973.880 de 20N de 2011. Dolorosa caída y curiosos números. Con menos votos con los que los socialistas han gobernado en minoría desde 2008, los populares sacan mayoría absoluta.

Y es que el voto bipartidista se ha fragmentado o se quedó en casa el pasado domingo y la gama cromática del parlamento ha aumentado. Otro detalle: la suma en blanco más nulo quedaría como sexta fuerza, y sin contar una abstención al alza.

Este parlamento cuenta en definitiva con 13 formaciones, entre ellas destaca el debut de Amaiur que pone nervioso a más de uno o, desde València, el debut de Compromís en Madrid con un escaño del que incluso puede alegrarse un fracaso como Equo. O no, porque de repente en València UPyD también ha rascado otro voto sin, aparentemente, tanto esfuerzo como la colición naranja muy dada al ruido. Nadie, y mucho menos el PSOE por su hundimiento en todas sus principales líneas de flotación, está para darse coba con la que hay. Ahí Rajoy se mostró responsable, quizá por primera vez. Un tanto, incluso, distanciado de la caverna mediática. Porque la situación que antes lanzaba toda sobre Zapatero, ahora también es de Rajoy, ya con casi todo el poder autonómico y municipal, además, en manos del Partido Popular. Ya no hay excusas.


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