Un Silveti volvió a reinar en La Monumental del DF. Diego Silveti sintió toreo como nunca y en su segunda tarde como matador en La México alcanzó el más grande triunfo ante un toro pastueño e incansable. Faena sentida, de corazón. Fue el mejor homenaje al rey David y un triunfo más que confirma que los jóvenes Saldívar, Juan Pablo Sánchez y Silveti andan dispuestos a renovar el toreo azteca a una y otra orilla del Atlántico.
El toreo al natural tuvo peso y pureza.
También toreó Talavante, obcecado en exceso en la mexicanización de su toreo, más pendiente de lo accesorio que de lo fundanmental. Lo mejor lo dejó con izquierda en una sola serie a su primero y se mató hasta el de regalo, pero sin conseguir nada en claro.
Guillermo Capetillo parecía sacado de la década de los sesenta. Aires añejos, cierto gusto y demasiado poco compromiso. El pasado del toreo en México. El futuro, Diego Silveti. Otro Silveti.
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