2012 ha comenzado con la tijera. Esta crisis y la irresponsabilidad política, bancaria, financiera y empresarial la vamos a pagar todos, el común de los mortales: funcionarios, autónomos, parados, pensionistas y mediopensionistas con los 'ajustes' y las subidas de impuestos.
València, la Comunitat Valenciana ahí anda. Totem magalómano de la política del despilfarro (grandes eventos y saraos de todo tipo) de Zaplana a, por supuesto, Francisco Camps --sentado en el banquillo por sólo cuatro miserables trajes--, pasando por un tal Olivas (José Luis), que se tapó en la trinchera de Bancaja, ora Bankia, y el Banco de València hasta dejarla canina y cargarse o mandar tomar viento vía A-3 el entramado financieron valenciano y llenarse el bolsillo para tranquilidad suya.
A lo iba, en un par de días un par de titulares.
El Mundo CV del día de reyes no se andaba con rodeos. Más IRPF y la gasolina más cara para los valencianos, para todos. ¿Y eso? "Por el despilfarro de Camps". Detalle número uno.
Por su parte, El País de ayer titulaba equiparando el tijeretazo --de 1.000 millones de euros, por ahora-- con el sobrecoste de los grandes proyectos que han alimentado la falsedad de esta Comunitat Valenciana. El subtítulo ofrece un dato, como al azar: "La Ciudad de las Artes ya ha costado 700 millones más de lo previsto". Detalle número dos.
¿Bonito, no?
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