18 agosto 2012

hacer la travesía de la concha, ir a los toros en illumbe


La década de los noventa tocaba a su fin y con ella el siglo. Uno empezaba periodismo. Aula vieja, en un húmedo sótano. Nuevas experiencias se avecinaban. La carpeta, como ya en BUP y COU, iba forrada de toros y toreros: Chenel, Curro, Paula, Barrera, José Tomás, Aparicio. Más que nada para que quedasen claras ciertas cosas. Luego de clase, esos viajes en metro de vuelta a casa y esas confianzas que iban ganándose en el vagón pese a los walkman y ese puñado de cintas TDK esparcidas en el macuto.

Ahí y así conocí a Quique. Jodiendo ratos en los que, sin duda, peor habría sido seguir escuchando a Los Planetas, La Habitación Roja, Yo La Tengo, Pavement o The Doors. En la música fuimos compartiendo grupos, cintas, grabaciones, recopilatorios hasta que definitivamente él se volvió un loco sónico y a mi me va costando cada vez más sorprenderme, imagino que por falta de pasión, y contamos las cosas en Redacción Atómica, la radio y ponemos la música que más nos pone, junto a Nando, bajo el nombre artístico de Los Átomos djs en ciertos bares.

Pero hasta llegar hasta aquí han pasado más cosas. En aquel inicio de facultad yo ya me pelaba las clases por ir a los toros, verlos por la tele o cogerme algún Auto-res, ida y vuelta en el día, para ir algún a San Isidro. Quique por entonces repartía el Avance Taurino en la plaza de toros de València. Los abuelos que se le lanzaban encima a pillar la publicación se le antojaban los zombis del vídeo-clip 'Thriller' de Michael Jackson. Y los toros eran algo que le financiaban los botellones falleros y alguno que otro más. Fue entrando a los toros. Los de Avance tenían palco con de comer y de beber, y eso era una aliciente.

Pero las pasiones se van compartiendo, sobre todo de noche en largas noches. Y tras superalo todo con creces, aquello tiró adelante. Cuando los tendidos altos de sol de València eran asequibles y costaban casi la mitad de lo que cuestan ahora, él y Jano se llegaron a abonar una Feria de Fallas, con lo duro que es eso para quien lo da todo día y noche. De aquella feria Jano por ejemplo salió queriendo saber más. Interesado en que libro podría leer sobre el tema. Le regalé El toreo es grandeza, de Joaquín Vidal. Quique se hizo de César Jiménez porque reventó València unas cuantas veces y eso no es moco de pavo. Y ahora le caben Ponce, El Juli, Castella o El Fandi y varios más como los valencianos Calvo, Tomás Sánchez o De la Rosa.

Cuando van a los toros a ellos y a los, las, que les acompañan no les falta botella de pacharán. Yo casi siempre me alejo, aunque paso a saludar. Quique sigue acompañándome a novilladas o a la corrida que se presente. Desde que le conozco sus novias siempre han ido a los toros sí o sí, como las mías. Por intensidad: aquella tarde de julio de 2005 con una de El Pilar y el gesto de torería de César Rincón y el triunfo de El Juli y El Cid es de las que marcan y dejan bien claro de qué va esto, lo suficiente como para ya no borrarse.

El año pasado, la víspera del cierre de La Monumental también estuvieron allí, cuando Morante sacó su magia y todavía quedaban 24 horas para el drama de la imposición catalana. Pero la noche la pasamos escuchando a Sr Chinarro o a los Antònia Font. Toros y música, esa constante.

Y ayer él estaba en Donosti. Había llegado con Jano y Feliu. En el plan: empezar haciendo la travesía de La Concha y rematar con una corrida de toros en Illumbe en plena Semana Grande donostiarra. Y entremedias, visita a San Juan de Gaztelugatxe, concierto en Portu de Janette y Micky el de Los Tonys, katxis y más katxis y algo de txacolí. Vamos, lo propio.

Por si quedaba algo por superar con creces, la travesía de cerca de 3 kilómetros cayó en una hora y un minuto. Y en Illumbe reivindicaron la fiesta frente al complejo de quien la quiere eliminar con la boca pequeña, prohibirla de modo cobarde, olvidando lo que cuesta ganar eso de la libertad (de expresión) y esgrimiendo excusas baratas y un tanto oscuras porque en la oscuridad es donde mejor se manejan estos de Bildu.


Ellos estaban allí, en Illumbe, y es como si yo mismo hubiera estado por todo eso. Por una historia que, evidentemente, es mucho más profunda e infinitamente amplia y rica y tan diversa, que la gente de Bildu parece incapaz ver, sentir o concebir, y que pretende cortar por pura ocurrencia política: restándole historia, cultura y riqueza al Donosti que creen suyo, a Euskadi. Hay que ser unos tipos muy tristes para eso.


PS: Quique me ha dicho que ha sido una tarde emocionante. No por la corrida, que ha estado justita --¡qué raro!--, sino por el contexto. La plaza no le ha molado: demasiado moderna y una sauna, dice. Y es verdad, las plazas cubiertas no son la solución. Y que la gente vasca que va a los toros es muy elegante. Eso se capta rápido, no así la gente de Bildu, que hace política en chancletas. Y la afición dice también que es más exigente que en València. Eso no es complicado, amigo. Por cierto, tendréis que hacer otra vez la travesía de La Concha, que yo a Illumbe todavía no he ido y tengo que ir a ver toros.

Me encanta la foto de Jesús Camacho. El pueblo, su voz. Los areneros por delante de los trajes de luces. La gente de la tierra, se les nota en la cara, reclaman su pasión en su ciudad. Sin ver papeletas ni pensar en las urnas. Todo va mucho más allá.



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