Iván Fandiño, esa entrega desmedida tras un claro objetivo: el toreo en su máxima expresión y pureza; se expresó ayer liberada tras la cornada en Madrid en pleno triunfo o la voltereta en vísperas también en Pamplona que lo dejó noqueado y con el cuerpo pisoteado por no dar nunca nada por imposible. Y por fin salió ese melocotón Fuente Ymbro, imponente, que le permitió mostrar gusto y porder en una faena de sólido argumento y ni una concesión a lo accesorio. El toreo mandado, encajado, de torero grande. Verdad y puereza natural. Medidos los tiempos, bien administrados y los embroques ajustados. Sin rellenos galeristas. No más que apretadas bernardinas de epílogo. El espadazo puro y contundente. Fueron dos orejas de un Fuente Ymbro con ritmo y nobleza, que hubiera sido mejor con una punta más de casta.
El premio de Fandiño es por lo que viene argumentado este torero, porque era el momento y tenía que ser. Lo merecía y era justo. A este es mejor que no le regalen nada.
Y lo de Juan José Padilla es cosa de héroes. La superación del dolor absoluto y volver a entregarse sin medida y enardecer al público que te ama y admira. Inventó con el primero y se embraguetó por naturales con 'Heroína', el excelente cuarto que fue como un premio por todo lo sufrido, por todo lo tragado. El presidente de la chistera y su asesor orejil no se enteraron.
Dos historias de tauromaquia que de duras, ayer en Pamplona fueron felices.
El primero de Perera fue un toro de los que te hacen pensar demasiado y no se entregan nunca ni te dejan romperte. Complicado. Perera estuvo bien con él. El jabonero sobrero quinto, con sus teclas, reponía embestida, pero tuvo posibilidades. Faena larga de Perera, que acabó encuentrando su sitio tras esfuerzo. Con espada mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario