20 agosto 2013

#astenagusia13/ el juli abre la puerta grande y ponce llega a la cumbre una vez más con una buena corrida de garcigrande

Empecemos por el principio: buena corrida de Garcigrande. Salvo el descastado primero y el reservón sexto, cuatro toros encastados con enormes posibilidades y, lo más importante, de variado contendido. Sin esa sensación de ser de factoria. Estuvo el noble y pastueño, el enrazado, el manso al que someter o el de embestida exigente. Hubo casta, algún goterón de bravura, mansedumbre, pero sobre todo un puñado de toros con los que trascender a partir del toreo.

 

Foto :: Arjona

El Juli abrió la puerta grande. Le cortó dos al noble y pastueño. Tal vez fueron excesivas. Faena reunida, templada, muy por abajo, medida y rebosante de naturalidad. Sin excesivos arrebatos. Mejor, así fluyó mejor la torería, la tauromaquia de El Juli. Espadazo contundente y dos orejas. Sin embargo fue en el quinto donde El Juli ofreció mayo dimensión. Ya con la capa por verónicas, muy metido en un toro de embestida más compleja. Del mando en los doblenes de inicio a hurgar en esa embestida con los mismos vuelos, sin retorcimientos y sacar el natural por debajo de la pala y ligarlo, y así romperlo adelante y resolver la faena con naturalidad, improvisando la arrucina, el cambio de mano. Demostrando, por embarcar y abrir esa embestida adelante, bastante más que en la faena de las dos orejas, redondeando así la tarde.

Foto :: Arjona

Ponce subió a la cumbre una vez más. En Bilbao. Si su primero se negó en rotundo, al cuarto lo pulió en su muleta en un faena tremenda, por clásica y contundente maestría. En manso, pero con casta para tomarla de aquella manera, el toro cuarto se encontró con un Ponce imponente que ordenó y templó esa embestida, la sujetó y la llevó siempre metida en la muleta, mando y seda. Por ambos pitones y a más. Variada en los detalles de inicio y remate. Un cambio de mano de locura. Una sola vez dejó abierta un rendija --en un pase de las flores--, y se rajó. En tablas el apretón. Redondos encadenados, otro cambió de mano y el toreo por abajo tan auténtico como ajustado. Estocada que no fue fulminante. La obra por su redondez, mérito, porque el toreo mejoró la embestida y por la estocada mereció dos orejas. Matías se volvió a equivocar: Ponce llegó a la cumbre una vez más y no se entero del todo.

Talavante no se acompló con el encastado toro tercero. Tal vez el de más bajo trapío, pero el de embestida más intensa. Requería mando y no lo hubo. Muchas teclas que tocar, Talvante no encontró limpieza. Faltó el mando,  el toreo, y sobraron intentos fantasiosos. El sexto fue reservón y puso un punto y final negro a una buena tarde de toros.



PS: Va Bilbao con dos tardes interesantes. O más. De las que suman y aportan variedad, tal vez en exceso triunfalistas, pero con contenido: el del toro variado y encastado y el del toreo.

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