06 junio 2014

#sanisidro14/ ¿qué dice la prensa del bravo 'cartuchero' y del triunfo de luque?

| Fotos :: Juan Pelegrín - Las Ventas

Antonio Lorca:

Esta noche salió al ruedo de Las Ventas el toro de la feria, Cartuchero de nombre, de 573 kilos, lidiado en tercer lugar por Daniel Luque. Como corresponde a su encaste, fue de menos a más, empujó con los riñones en el caballo, acudió presto en banderillas y, llegado el tercio final, el animal ofreció toda una lección magistral de encastada nobleza, de codicia, de acometividad y calidad suprema. La faena fue larga, pero el toro no dejó de embestir por ambos lados, con la cara por los suelos, persiguiendo con pasión la muleta y ofreciendo todo un recital de bravura.
Pues a este toro, sorpréndase quien pueda, ni se le pidió la vuelta al ruedo, que el presidente, lógicamente, no concedió, lo que viene a demostrar que Las Ventas tocó fondo y quedó en entredicho y ridiculizada para los restos. 


Zabala de la Serna:

'Cartuchero', un toro bravo que entra de pleno en el palmarés de los toros de San Isidro, si es que no lo encabeza a estas alturas. Luque había transmitido su gozo desde los apuntes a la verónica con de este 'Cartuchero' redondo, apretado en sus formidables hechuras recortadas, en su cerrada cara de bondad. En el caballo, el toro se empleó en serio, abajo, empujando con riñones. A Curro Robles le pasó como tren por encima cuando le metió el capote y perdió pie. La suerte estaba ayer presente por todas partes. Su jefe de filas se ciñó por chicuelinas como manifiesto de que venía a no perdonar una. Y no perdonó. La fábula de corrida que los Fraile habían conjuntado merecía la coronación de Daniel de Gerena, su actitud, esa ambición que muchas veces le empujaban a querer muchas cosas a la vez.


Carlos Ilián:

 Siempre ha sido el que apunta y no dispara. Pero insisto, por fin ha abierto la puerta grande de Madrid. Lo consiguió ante un lote diverso, de la sorprendente corrida del Puerto, encastada y con clase, especialmente su primero. El toro derrochó codicia y Luque respondió con tersura en los derechazos y se colocó donde hacía falta para ligar naturales inmaculados. Luego sus cambios de mano pusieron la guinda. El toro tenía más. Luque se conformó tal vez. A punto estuvo de dejarse la oreja en un pinchazo hondo que necesitó el refrendo del descabello.


Patricia Navarro:

Daniel Luque abandonaba la plaza de Madrid a hombros pasadas las nueve y media de la noche. Y con mucho sufrimiento pasamos alguno la tarde en el corazón de aficionado, en estos casos es mejor no tenerlo. Quien no siente no sufre. Pero una y una suman dos y Daniel Luque, bajo el guión escrito, encaminó rumbo a Alcalá, aquel mítico rincón donde dormitan los sueños. A hombros teníamos que haber sacado a «Cartuchero», el tercer toro de Puerto de San Lorenzo, grandioso ejemplar por los siglos de los siglos. Amén.


 Barquerito:

Gran toro. Cartuchero, 573 kilos, ovacionado en el arrastre. Muy inteligente, decidido, firme y preciso con él un Daniel Luque fresco de ideas. Lances refinados hasta la boca de riego en el recibo, cuando más pesaba el toro; un quite por lances de costado, versión pervertida de la chicuelina original; brindis desde el platillo y arranque de faena justo donde cayó la montera. De largo. Los ases en la mano y en la manga de Luque. Sin vacilar, el toreo de mano baja y suave. Volvía contario el toro y por eso se abría, pero repetía ya entregado. Puesta la muleta donde mejor convino a las dos partes. 

 

Fernando Fernández-Román:

Fue una buena corrida de toros. Así, como suena. ¡Cuántos ganaderos quisieran ver pelear en varas a sus toros como lo hicieron ayer en Madrid los de El Puerto de San Lorenzo! ¡Y cómo habrían gozado los paladines del peto y la puya viendo cómo apretaban con denuedo y enorme fijeza, si hubieran llevado alguno de los hierros afiliados al ‘torismo’! Metían la cuerna en la engomada e impenetrable guata y empujaban con los riñones, sin tirar cornadas, sin hacer sonar el estribo, algunos de ellos levantando en vilo aquellas moles  hasta hacer temer un costalazo a los de aúpa. No hubo toro que se desentendiera ‘cantarinamente’ de los caballos de picar. Ni uno.

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