06 junio 2014

de reyes, brindis, soberanía y protocolo en el ruedo

Hubo unos cuantos que midieron la corrida de Beneficencia por los brindis a un rey, Juan Carlos I, apunto de abdicar. Cumplieron el trámite El Juli y Alejandro Talavante. Que Iván Fandiño no pegase el monterazo al monarca les sentó a unos cuantos como una patada en el coño. Para eso está la soberanía, para ejercerla, incluso como mero trámite, sentirla --incluso como una patada ahí-- y respetarla. El prolegómeno con una ovación prácticamente unánime, rotunda, cerrada y estirada por cerca de dos minutos al rey ya fue el triunfo. Para qué más. Las Ventas a rebosar del pueblo se entregaba. Ni republicanos ni antimonárquicos se hicieron de notar. Es que ni el himno fue percibido ante tal atronadora ovación cuando Juan Carlos de Borbón asomó por el palco real. Incontestable triunfo. Ovación de homenaje y despedida.



Más allá del cargo, la institución y lo que representa, el verdadero respeto se debía al público, ese pueblo en el que reside la soberanía. ¿Les brindó a caso alguien? El único protocolo en el ruedo es el que establece el toro. Pero lamentablemente siempre tendemos a españolizar su lidia, como si eso aportase algo al respecto.

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