14 marzo 2016

#fallas2016/ mucho más que una tarde de toros

Fue mucho más que una tarde de toros. La emoción desbordada de la histórica manifestación se mezclaba con el sonido de los clarines y timbales, y el 'Pan y toros' que te sacude en sus primeros acordes. De la reivindicación sensata y cívica dando la cara por la cultura taurina, sin máscaras ni pinturas ni performaces para llamar la atención, a la crudeza de la corrida de toros. Seis de Adolfo ahí para el cartel más redondo de Fallas. Redondo porque si hay tres indiscutibles en su sitio y en su cartel esos eran Rafaelillo, Manuel Escribano y Paco Ureña. La calle llena y la plaza casi llena. Mucho se tuvieron que volver tras alzar la voz en las calles de Valencia.

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La corrida de Adolfo Martín tuvo el diapasón bajo. Escasa de poder. Pero con esa retranca de los grises, que nunca se quedan para cucamonas, pero sin remontar agradecidos. Y poniendo al precio de un potosí esas embestidas, que las hubo. Que si no tuvo poder, exceso de fortaleza, sí permitió el triunfo. Los murcianos Rafaelillo y Paco Ureña por poco lo arañan. Qué tíos.

El primero de los Adolfos, el primer 'Aviador' de los cuatro que salieron, le puso la pausa a la jornada. Flojo de remos. Demasiado. No acompañó a la tanta dulzura y no hubo qué hacer por parte de Rafael Rubio 'Rafaelillo'.

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Paco Ureña se rompió de toreo. Más puro imposible. Y la entrega, absoluta. Como si quisiera explicar la esencia de todo aquello que había movilizado a 30.000 personas. La verdad de la relación entre el toro y el hombre. Ofreciendo el pecho, ensimismado en sí. Eh, toro. Y rompía por abajo el muletazo enroscado a la cadera. El Adolfo ahí. Una serie de temple rebosante sobre el filo por la derecha. Y de repente un gañafón, una paliza, un pitonazo tan feo que le arranca el corbatín y en el tendido alto de sombra, alguien que debe apreciar mucho a Ureña, se devanecía como si el pitonazo lo hubiera recibido ella. Pero se levantaba Ureña, más sincero aún, le robaba otra serie y de un espadazo lo tumbaba. Caía una oreja fuerte y tras saborearla pasaba a la enfermería.

Rafaelillo le pegaba un zapatazo a la tarde. Salía 'Madroño' y lo recogía con rodilla en tierra por verónicas auténticas. Sinceridad y una media para que estallara la ovación del coso de Valencia, que desde hace un tiempo acogió a Rafael Rubio e iluminó su torera madurez. No rompe el toro tal cual. Va el esfuerzo. Rafaelillo apuesta. La emoción preside aquello. Por la mano diestra, muy abajo. El murciano se crece, le traga, va calando y el pitón izquierdo, resguardado para el final. De repente sucede al natural. Una cuarta de muleta abajo, que extrae el brillo a la embestida y 'Madroño' que se resbala hasta allá. Hay fondo y toreo clásico. Una cuarta, abajo, enganchado y atrás. Otro impacto. La faena se multiplica en su final, el espadazo y una oreja que a lo mejor tenían que haber sido dos.

https://pbs.twimg.com/media/CdcVdd0WoAAgsjC.jpgManuel Escribano estuvo en exceso fácil, salvo en banderillas, que no lo acabó de disfrutar. Lo mejor fue el recibo de capa ante el segundo. Tiene el temple innato. Las verónicas hasta el centro y la media, voladas perfectas. Incluso la larga con las que recibió al quinto tuvieron cadencia. Una a porta gayola y la otra perfecta de compás ya en el tercio. Quien lo tiene lo tiene. Pero de la corrección templada no traspasó más allá. Con su primero emborronó a espadas. Ya con el quinto no encontró continuidad, y eso que por el izquierdo tuvo intención de irse lejos otro de los 'Aviadores'. Silencio y ovación.

El sexto fue un albaserrada largo y huesudo. Como amiurado. De 600 y poco kilos. Era como los altos: torpe en el movimientos. Mas luego embistió con cierto buen aire. Casi que el mejor. Ureña, que brindó a la organización de la manifa, volvió a sacar insultante pureza, entrega y verdad. Se enfrontiló con el gigantón y se lo ciñó unas cuantas veces. Faena a más. De argumento y toreo caro. La espada le cerró un triufo merecido. Suyo y de todos. Qué día: ¡para la historia!


FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de València, 13 de marzo de 2016. Tercera de la Feria de Fallas. Toros de Adolfo Martín bien presentados, no muy sobrados de poderes y transmisión. Rafaelillo (silencio y oreja tras aviso), Manuel Escribano (silencio y ovación) y Paco Ureña (oreja y palmas). Casi lleno (alrededor de las 10.000 personas.


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