08 junio 2016
joan ribó es el antonio cañizares de la dictadura cultural de compromís
Joan Ribó es el Antonio Cañizares de Compromís. Moralmente superior, de formas que rozan a la más excelsa beatitud, pero el fondo es el "ara que manen els meus". Ahora que mandan los míos os vais a enterar. Su buenismo viene forzado y se expresa a través de la doctrina animalista. Esa secta o lobby que ha penetrado a través del populismo con tremenda facilidad en los escenarios urbanos idealizados. Iniciativas como que si hay que regular el número de mascotas en los hogares: esos animales condenados a la vida doméstica, a los horarios de personas y castrados de sus instintos por comodidad humana, que no animal. ¿O es que piden los animalitos que se les castren o que los saquen a pasear tres veces al día y no siete? ¿No es esa la cantinela antitaurina del pueril argumentario antitaurino?
Joan Ribó se pone a la altura (o más) del integrista obispo Antonio Cañizares cuando es capaz de equipar el arraigo social y cultural de la Tauromaquia con la esclavitud, la inquisición o la violencia de género. Hay que ser talibán para tener semejante ocurrencia en un pleno municipal. Hay que tener muy poca decencia para, sin mayoría social ni de votos y con exabruptos semejantes, tomar decisiones semejantes como prohibir el bou embolat por capricho. Muy poca decencia democrática. Que es casi peor que las palabras de Antonio Cañizares llamando a desobedecer las leyes de igualdad de género. Porque el obispo todavía se puede 'excusar' en su fanatismo religioso, pero el alcalde de la ciudad València --recordemos, que sin el apoyo de una mayoría social ni de votos--, sí se debe al conjunto de la sociedad valenciana, su diversidad y pluralidad, y a la que por tanto debe respetar. Pero Ribó discrimina como hace Cañizares en lo que opina que es contrario a su fe. Si para Cañizares la igualdad de género es cosa del mismo demonio, la Tauromaquia para Ribó es equiparable a esa lacra que es la violencia de género. Su animalismo ciega cualquier rastro de humanismo e ignora, sobre todo, los fundamentos de esa relación ancestral entre el toro y hombre a través de la Tauromaquia, que vertebra y une socialmente y ejemplifica también la liberación del pueblo frente a la nobleza y, por supuesto, el respeto al toro, a su espacio y a su carácter y animalidad a través de los siglos.
Es el propio Joan Ribó el que se desacredita con declaraciones así e ignora de pitón a rabo la materia sobre la que prejuzga y discrimina a una parte considerable de su sociedad que es, además, portadora de elementos culturales a respetar. Pero el totalitarismo de Ribó, con tintes integristas a lo Antonio Cañizares, van más allá. Releer la nota de prensa del Ajuntament de València causa más pánico todavía cuando afirman que "el Ayuntamiento se ha comprometido con los diferentes alcaldes de los pueblos de València a proponer actividades de ocio y culturales para ofrecer a las pedanías". La imposición cultural cuando las costumbres que se pohiben no encajan en el ideario del gobernante. La intrusión contra la libertad cultural es más que evidente. “Los pueblos de Valencia tienen una forma de ser propia y queremos fomentar esas características” comenta Ribó. Pero claro, de la forma que las fomentaban los propios pueblos y vecinos a Ribó no le parecen apropiadas. Más moralina, más intrusión, discriminación, falta de libertad y manipulación. Y todo sin una mayoría que lo justifique. Decretazo. Afrontar un referéndum en Borbotó, Carpesa, Benifaraig o Massarrojos le ha asustado: esa forma de ser tan propia de los pieblos a lo mejor era demasiado propia para los planes de la dictadura cultural de Compromís.
#Sialbouembolat
#CulturadeBou
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Disfruteu, lo votat.
Publicar un comentario