Juan Antonio Navas debía esperar el milagro. Pero la realidad es que ésta era su primera novillada de la temporada y la movilidad mansota y descastada del primer Torrestrella se le amontó y nunca estuvo cómodo. En cambio, a Rafael González se le apreció mayor rodaje y la castita rebrincada y repetidora del burraco torrestrella llamado 'Rector' la ordenó y sujetó por ambas manos con temple, firmeza y argumento. Sin olvidarse de los toques de atención que ha traído la tauromaquia del cambio con los pases por la espada y demás. Aunque de verdad destacó en esa faena, que brindó al niño Adrián (el 8 de octubre hay que llenar València), por los toques suaves, el toreo por abajo y una buena estocada.
Se confirmó Rafael González con el tal 'Enfermito', que venía a cerrar la buena novillada, de pareja presentación, enviada por Álvaro Domecq. Novillo cuajado, castaño chorreado, largo y de comportamiento serio. De toro. Rafael González se arrebató. Un picotazo. Un quite variado y cadencioso y un inicio de faena de rodillas explosivo y templado. Un cambio de mano sorprendente de esa guisa. Y la faena estalló. Muy sometida la embestida. Tras el inicio, a la primera tanda, el novillo ya acusó el mando y a partir de ahí relució la suavidad del novillero, que administró la buena casta de 'Enfermito'. Dejando la muleta en tierra, queriendo torear sin toques, tirando perfecto. Un gusto por la izquierda. Actitud de novillero hasta el final toreando con la muleta plegada y una estocada delantera y caída. Otra oreja, que pudieron ser dos, pero la alcaldesa (socialista) Marta Trenzano le dio un toque de seriedad al asunto y lo dejó en una. Bien: puerta grande.
Navas mejoró su imagen con el desclasado 'Confitero'. Se le vio el poco sitio capotero, pero ya más caliente, se entendió algo mejor. Arrestoso, respondió al quite de González por chicuelinas, los pares de Raúl Martí y, sobre todo, ese tercero con don de gentes calentaron. Y solventó con tanta actitud como falta de rodaje, pero es que la vida pocas veces regala algo.
Ana Rita, fácil y bullidora, estuvo valiente en el intermedio de rejones y se metió al público en el bolsillo rápidamente. No volvió la cara y apostó llevar muy enceladas las embestidas pese a lo reducido que es el cuadrilátero para caballo y novillo. Una oreja a la actitud.
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