27 marzo 2009

como si a los trece años fueses padre y luego te enteras que el niño no es tuyo

Uno no sabe a qué agarrarse en esta semana que por fin empieza a acabar. A Kosovo y a la vergonzosa espantá de Chacón en plena escena internacional y sus posteriores vagas excusas; a la verdad que aflora seis años después sobre el trágico accidente Yak-42; al silencio, al respecto, del que entonces fuera ministro de Defensa, Federico Trillo; al empecinamiento, falta de ideas o simple incapacidad de los líderes de la Comunitat Valenciana, que, pese a estar en "el culo de la Unión Europea", siguen sin aprender y están de nuevo dispuestos a despilfarrar una buena millonada para traer los barquitos de la Copa del América, que --a la situación actual me remito-- no sirven para nada; a la situación anecdótica del propio presidente de la Comunitat Valencia, Francisco Camps --rey de la palabrería--, con unos papeles en los tribunales que indican que recibió regalos valorados en 7.393 euros; a la chulería de Rita Barberá alardeando de lo que es en definitiva el más claro síntoma de enquistamiento en el poder, incapaz de negar al dictador Francisco Franco el título de alcalde honorario en el ayuntamiento que preside, algo que en el fondo no es más que una simple anécdota --otra más-- que da una patada a los principios de la democracia y una vergüenza más para la ciudad de Valencia. A la polémica nacional sobre la reforma de la ley del aborto. O a la situación en la que viven en tiempos de crisis buena parte de los parlamentarios de este país, que aprovechan el escaño que les reportó el resultado de las urnas para sacarse un pingüe sobresueldo.

Con este panorama y sin saber a qué realidad agarrarse con confianza, no es de extrañar que como ciudadano a uno le quede la sensación de que sus gobernantes le traten como a un crío ingenuo de 13 años al que le cuentan el cuento de que es padre, le hacen convencerse de la situación y cuando ya te has hecho la idea te vienen con que el niño recién nacido no es tuyo, que te han puesto los cuernos no una, sino varias veces. Como le ha pasado a Alfie Patten; como a la vista queda, nos pasa a los dignos ciudadanos que tras depositar nuestro cada vez más despreciable voto nos preparamos a cargar con una buena percha sabiendo que, conforme venga la actualidad, habrá semanas como ésta que por fin acaba en la que sufriremos el peso más todavía sólo porque a nuestros gobernantes (de aquí, allá o del más allá; de ayer, de hoy y de siempre) se les irá la mano más de la cuenta inmersos en sus disparatados delirios sin reparar que debajo, ¡qué debajo estamos nosotros!

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