Son ocho años ya sin el maestro Joaquín Vidal, sin sus crónicas, sin su referencia. Pero sus palabras siguen retumbando en la afición. La última crónica de una tarde de toros que escribió la acabó así:
...Si en este país -se quiere decir en esta fiesta- hubiera sentido de la responsabilidad, respeto al público, seriedad y competencia. Pero no lo hay. Los poderes públicos, de toros, pasan, y les da igual que, por pasar, la tricentenaria fiesta se haya convertido en la casa del tócame Roque. Les salva que la gente es pacífica e ilusionada y con ver volar una mosca se pone a cien."
Y así seguimos. Poniéndonos a cien a la que nos descuidamos, pero algo huérfanos. Mientras, en la Fiesta de los Toros siguen campando a sus anchas los irresponsables sin respeto ni seriedad. Y así nos va.
1 comentario:
Fundamentalmente, lo que tenía Joaquín Vidal era sentido común, el menos común de los sentidos, por otra parte. Y además era un hombre muy culto, con una pluma excepcional y muy buen aficionado. Tenía el privilegio de contar con muchísimos lectores a los que no gustaban los toros, y a los que acercó a este espectáculo. Eso sí que es hacer por la fiesta, no declaraciones inútiles y sin contenido.
Publicar un comentario