No hace demasiado, un Cid a la deriva no habría estado para este final de temporada sin naufragar. Pero ahora algo ha cambiado, sobre todo la confianza en uno mismo se palpa y se observa en las firmes zapatillas. No es todavía El Cid redondo de hace dos, tres temporadas, todavía hay veces que se queda a las puertas de cuajar un toro por completo. Tal vez puede que ayer en Logroño no rematase las faenas --cortó una oreja a cada toro--, pero releyendo las crónicas sobre la interesante corrida de ayer de El Pilar cuentan de El Cid que sacó a relucir su mejor zurda, que por ahí toreó largo y templado por abajo y que al sexto, después picarse en quites con Morante --que para eso también hay que tener valor--, le instrumentó poder en su toreo en redondo y además le funcionó su tantas veces maldita espada.
Y ahora viene Sevilla el próximo sábado con un mano a mano con Daniel Luque y toros de Alcurrucén. Y Madrid el primero de octubre.
PS: De Morante y, sobre todo, de Diego Urdiales en Logroño también hablan estupendamente.
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