El problema que suscitaron las corridas de toros que acabaron con su abolición envuelta de un supuesto animalismo, ahora se torna en electoralismo, también llámenlo cobardía, cuando llega el momento blindar 'els correbous', que como las corridas de toros no deja de ser tradición aunque el desarrollo intelectual que ha provocado una (la corrida de toros) respecto a la otra vaya un trecho.
Hasta dónde llega la falsedad política, que la votación ajustada de la prohibición no se producirá en este nuevo caso. Eso es algo que se da por hecho y se estima que todos vayan a votar por el blindaje del 'correbou'. Parece que más que a los animales, los gañanes de la política que pueblan el Parlament de Catalunya se estiman más sus votos que a los animales en este caso. Uno se escandalizaría si no conociese ya la absoluta ignorancia taurina de esta cuadrilla de políticos, pero como esto no le viene de nuevo hace un post y aprovecha para repetir lo que dijo ya no hace mucho y alguna cosa más.
Según La Vanguardia esto será así:
La regulación da pie a comprobar si, en el fondo, el de las corridas fue un debate identitario y para preguntarse si es coherente prohibir una cosa y perpetuar la otra sólo porque las fiestas de bous no acaban con la muerte del animal y las corridas sí.
En un paisaje en el que la actividad legislativa está viva, pero la preelectoral mucho más, la dimensión del debate para regular los correbous también tiene mucho de escaparate, sobre todo en las Terres de l'Ebre, donde CiU tuvo malos resultados por su postura con el trasvase del Ebro y cuyos votos (que fueron a manos de ERC) ahora podría recuperar a expensas de los republicanos.
De hecho es CiU quien promueve una iniciativa que incluye la aplicación de un código de buenas prácticas que hasta ahora no era obligatorio, la modalidad de festejos, las localidades donde se celebra, las condiciones de seguridad y las sanciones que van desde los 50 euros las más leves hasta los 150.000 las más graves.
La ley obligará a que los organizadores sean estrictos con el tiempo que dura el espectáculo, el que los novillos estarán atados o con las bolas de estopa ardiendo en sus astas. La nueva normativa exige la presencia de personal sanitario calificado y suficiente y exige expedir actas al final del festejo donde conste si los animales han acabado lastimados.
En el fondo, la votación que asegura la pervivencia de los correbous, o los bous embolats, salvatges o capllaçats, entre otros, no tiene nada que ver con la prohibición de los toros. Los principales grupos votarán en bloque y a favor sin que haya lugar a la libertad de voto individual. Sólo el grupo de ICV tiene previsto inclinarse contra la regulación de unos festejos que se celebran hasta dos y tres veces al año en 36 municipios catalanes, la mayoría de ellos (26) en las Terres de l'Ebre y el resto en Tarragona, Girona y Barcelona, pero no Lleida.
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