Parecía lo que al final no fue. Tomás Entero y su sorprendente UTE quedaron fuera del concurso por Las Ventas. Lo que parecía tener el beneplácito de la Comunidad de Madrid no lo tuvo y el pliego se leyó como creyó oportuno la Mesa de Contratación. La ambigüedad de cada línea fue ese arma de doble filo, una trampa para atrapar al más osado aprovechando cualquier resquicio.
Con el que tropezó Tomás Entero fue el siguiente: "falta de capacidad de obrar"; porque según "los artículos 43 y 46 de la Ley de Contratos Públicos en una UTE todas las empresas que componen esa UTE deben tener en su objeto social como actividad directa o indirectamente la taurina" y, en palabras de Fernando Casado, portavoz de la mesa, "cualquier licitador que se presente a un concurso, su objeto social tiene que estar directa o indirectamente relacionado con la contratación".
Mientras todos le daban la vuelta a la experiencia. Tres años, tres temporadas, la últimas tres o no, el volumen de negocio, un determinado número de festejos y los muy pocos que alcanzaban todo eso, la CAM le hizo el vacío a Tomás Entero antes de empezar el partido e interpretando ley en mano que una empresa de las que forma la UTE no está ni directa ni indirectamente relacionada con la contratación, es decir, gestionar una plaza de toros, y por lo tanto no es capaz ni que las empresas de seguridad, como es el caso de Ariete, empresa de seguridad.
En fin, que Taurlodelta está más cerca de renovar como empresa de Las Ventas, pero esta vez reforzada con Simón Casas y Antonio Matilla para no dejar resquicio posible al subjetivo pliego de condiciones. La película continúa como era previsible y no cabía nadie más en el reparto (del pastel).
La falta de transparencia nunca fue tan transparente. No deja de ser curioso.
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