el ecologismo no debe caer en la trampa animalista
Por
Javier Yanes
el movimiento contemporáneo por los derechos de los animales es un
producto netamente urbano, impulsado desde ámbitos filosóficos y
jurídicos, nacido de la humanización de las relaciones entre las
personas y sus mascotas, y extendido al conflicto más general entre el
ser humano y el resto de las especies que coinciden con nosotros en esta
roca mojada que llamamos Tierra.
(...)
Animalismo y ecologismo son cosas diferentes, causas diferentes con
orígenes y fines diferentes, y a menudo mutuamente excluyentes, por
mucho que se hayan mezclado en un mistificador batiburrillo
(...)
así se comprende de dónde nace la equivocada fusión de animalismo y ecologismo en la percepción popular. Pero
al tratarse de una causa ideológica y subjetiva, la aproximación del
animalismo y su colonización de ciertas organizaciones ambientalistas
dañan la credibilidad de la ecología, la ciencia que sustenta el
ecologismo.
(...)
el animalismo extremista resulta ridículo por la ramplonería y el escaso
calado intelectual de sus planteamientos, basados en poco más que una
instántanea reacción pavloviana de vómito cada vez que se aborda la
complicadísima relación del ser humano con la naturaleza, y en una
constante acusación a todos los estúpidos que habitaron este mundo antes
que ellos y que se equivocaron tanto para contribuir con su ensayo y
error a que ellos, hoy, sean tan listos.
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