Escribe Joaquín Luna en La Vanguardia:
Los toros no volverán a Catalunya: la industria de “la desconexión” no tiene fuerza para declarar una independencia unilateral pero le sobran medios, propagandistas e histrionismo para impedir que algunos catalanes puedan volver –o no– a la Monumental de Barcelona, cerrada desde 2011 por decisión ajustada del Parlament (68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones). El mismo Parlament que en un alarde de hipocresía no sólo no prohibió los correbous sino que los “blindó” para no soliviantar a los catalanes de las tierras del Ebro (por favor: basta ya de milongas sobre si no matan a los toros, que ya somos mayorcitos).
Y no volverán los toros a Catalunya porque, de entrada, las fuerzas vivas de la desconexión están llevando a cabo una campaña de amenazas e intimidaciones al grupo Balañá para que no se atrevan a reabrir una plaza donde se desarrollaba un espectáculo privado sin subvenciones públicas. ¿Sicilia?
Tampoco volverán porque el proceso no se puede permitir que cuatros gatos regresemos a los tendidos de la Monumental. ¿Tan grave sería? ¿Tan débil es el soberanismo que no puede aceptar una decisión de cajón: el Tribunal Constitucional sólo recuerda que el Parlament tiene competencias para regular los espectáculos pero no prohibirlos? Y no volverá porque el lobby de Anima Naturalis –financiado con fondos de fundaciones suizas al servicio de los intereses de multinacionales pujantes– ya se encargará de reactivar el “negocio”: un millón de ciudadanos votaron PACMA en las últimas elecciones al Senado, lo que alimenta el objetivo de crear una Seguridad Social y unos órganos judiciales en España para los animales (y no es coña marinera).
Zabala de la Serna en El Mundo:
«¿Oye, tú, ya podemos dar toros?», preguntaba ayer por la mañana en su círculo íntimo Pedro Balañá Forts, nonagenario propietario de la Monumental de Barcelona al conocer la sentencia del Tribunal Constitucional. Don Pedro, patriarca de los Balañá, se formulaba en voz alta la cuestión del millón de dólares que se repetía en el planeta de los toros como un eco. ¿Y ahora qué? Como si fuera fácil. El viejo empresario sabe que no lo es, que no lo ha sido y que no lo será. Las líneas rupturistas de los nacionalistas desbordados, el populismo desbocado, la izquierda montaraz, el socialismo bipolar, el animalismo salvaje en última instancia como la coartada que siempre fue. Un frente en contra con la altura de un tsunami que se levantó como un muro, piedra a piedra, en los años del pujolismo. Tan lejano y constante en sus objetivos. La red de leyes políticas tejida desde la década de los 80 del siglo pasado con la Ley de Protección Animal como madre, ampliada con la Ley de Protección al Menor, la prohibición de las portátiles, la permisividad sobre aquellos escraches primigenios en los entornos de las plazas de toros, cuando había vida más allá de la Monumental, por Gerona, Tarragona, San Feliu de Guixols, Lloret de Mar... En Tarragona, el penúltimo bastión en caer en los albores del siglo XXI, se llegó a habilitar una guardería en el exterior del coso cercado por las acosadoras manifestaciones antitaurinas que contaban niños como corderos mientras los ultrajados y vilipendiados aficionados adultos asistían a la corrida libremente... El irrespirable ambiente ya se había extendido a la Barcelona que en los años 60 y 70 programaba más festejos taurinos que ninguna otra ciudad de España, Madrid incluida.
Un tuit...
Hola @AdaColau @Pablo_Iglesias_ si el escrache a Felipe és síntoma de salud democrática, volver a hacer esto en #Catalunya, también pic.twitter.com/1o8NO0EmUs— Andrés Verdeguer (@verdeguer) 20 de octubre de 2016
Y algunas portadas...
Discreta La Vanguardia con el tema
El Mundo, el no al sí
ABC saca pecho.
Y el Ara, también
No hay comentarios:
Publicar un comentario